Nubarrones de fuego y olvido

Elizabeth Maldonado Manzanero

Floreciste mi primavera, la única que la piel recuerda,

adormeces en mi como la felicidad posible a pesar de todo

vives y estás dorando mis lentos otoños.

Mantengo inflamado el corazón con imprudentes palabras

Conservo como una viuda estoica la vida en pausa,

muchos ojos miran sin notar la perspectiva del muerto que soy

y desde la que las cosas me salen al encuentro,

como me sale tu nombre con la fuerza inusitada en el tiempo,

un tiempo guardado en la profundidad de mis fibras, de mis gritos

y hasta de mis siniestros silencios, inhaló desde las raíces salitradas

de mis pies hundidos, de mis pies cansados de tantos caminos

y no se nutren mis células, ni se oxigena el pensamiento.

Dejaré dormir a la luna, miraré la calle que transitó mi mano

de tu mano, hoy me desvelo, pensando con un nudo en mis entrañas

pariendo poemas a cuenta lágrimas, desde muy adentro

con las letras hilvanadas de recuerdos, como hebras oscuras

que nunca tejen la cobija de mi olvido, me voy por las sombras

y en ellas te envuelvo en besos, desde algún filamento

ofendo nuestra historia renombrándote, rompiendo los ejes del tiempo,

muchas nieblas he gritado sin saber que pronunciar como consuelo

para mi ternura y entre algún azul intenso vi iluminar tus ojos

tus ojos durmiendo asfixiados del placer que robábamos al encuentro…

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Comentarios +

Comentarios1

  • María C.

    Floreció en tu piel de primavera
    y que siga floreciendo siempre en el recuerdo,
    y que disipe los nubarrones del olvido.
    Buen martes poeta.



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