A veces oculta en la obscuridad tormento día y noche, arrojo al mar una rosa negra, tu la tomas y la vuelves roja, limpias mis lágrimas, me dices al oído sonríe, me empiezo a reír mientras tomas tomas mi mano.
Veo tu ropa, es de colores hermosos y la mía negra pero no lo notas, me señalas un lugar y te alejas.
-¿Me dejas sola? digo en voz baja.
-Nunca dejaría caer a la persona que me ayudo cuando otras personas me tiraban y me pisaban, respondes.
Te sonrió haces lo mismo, corres por el sendero de flor de jacarandá, dios te ves hermosa, como si tu fueras la pieza clave de ese paisaje.
Me pides acercarme, lo hago lentamente, tomas mi rostros y me das un beso sincero.
Y ahí me doy cuenta que eres la persona que siempre me va ayudar.
Por el Caballero de la triste armadura.
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