Marzo, 04 2022.
Estábamos iniciando las inscripciones para preescolar, llegaban padres de familia con sus pequeños tomados de la mano, algunos con mucha seguridad, otros con temor y algunos con muchas dudas; en la fila estaba una señora alta que vestía pantalón de mezclilla, zapatos de trabajo y su cabello crespo al frente, pero recogido de atrás, se veía un poco nerviosa.
Cuando tocó su turno, se acercó a la mesa y dijo: - ¿Me pueden inscribir a mi hijo? -Por supuesto señora, permítame sus documentos.
Ella puso sobre la mesa la carpeta al tiempo que decía: - Es que vengo de un rancho; la maestra levantó la mirada- Ohh si, ¿de dónde? -Por acá cerca, Zacate colorado, - No hay problema, ¿le da tiempo de llegar con él en los horarios correspondientes? -claro que sí, lo traemos en esa camioneta. - ¿Y dónde está el niño, lo trajo? - Fallitoooo, acércate, hijo, saluda a la maestra. Entonces apareció un pequeño de complexión gruesa, con una sonrisa enorme y sus mejillas coloradas y brillantes, su cabello risado, y también iba vestido de mezclilla, camisa a cuadros, sombrero y botas.
Se despidieron, la maestra continuó atendiendo a otras señoras y después de un rato, regresó doña Rosa, la mamá de Fallito, y apresurada y sonrojada preguntó: -¿Disculpe, usted será la maestra de Fallito? - Si le contestó la maestra, dudando un poco del porqué de la pregunta, ¡-Ahhh que bueno! Me regresé porque desde que nos fuimos él me dijo que quiere que usted sea su maestra, por eso me regresé. -Pues a mí me toca Fallito señora, no se preocupe, acá los esperamos, hasta pronto.
La señora se fue muy sonriente y fallito asomaba la cabeza por la ventana de la camioneta, después agito la manita en señal de despedida.
Pasaron las semanas y por fin iniciamos las clases, fallito llegaba antes que nadie y esperaba con sus padres a que se abriera la puerta del jardín, cuando veía llegar a la maestra, corría a alcanzarla y se ofrecía a ayudarla con las cosas que traía. En el grupo era muy participativo y agradable, socializaba con todos los niños y platicaba de las actividades que hacía con su papá en el rancho.
Pasaban los días y poco a poco la maestra fue conociendo más a Rafael y a su familia, personas muy sencillas, amables y amistosas. Un día al llegar, él más feliz que nunca, se acercó a la maestra y le entregó un queso grande como de un kilo, la mamá le dijo que por favor lo aceptara, que ellos lo hacían y que el niño tenía días que quería llevarle uno. La maestra un poco sonrojada, lo aceptó agradeciendo su gentileza.
El ciclo escolar terminó muy rápido y Fallito pasó a tercer grado, en el pequeño jardín de niños solo eran dos maestras, la maestra que tenía la dirección con el segundo grado y la maestra de Fallito que ahora le tocaba atender el tercero
Un día como todos los lunes, Fallito y sus padres esperaban a que se abriera el jardín, la maestra llegó y mientras se despedía observaba algo. Fallito se veía enojado y le decía algo a su mamá, la maestra sacó sus llaves y se apresuró a abrir la puerta, esta vez nadie se acercó a ayudarla, entraron y mientras recibía a los demás niños, Fallito se pasó sin saludar, lo que le pareció extraños a la maestra ya que él siempre era muy amable, cariñoso, atento, muy travieso pero obediente.
Hicieron los honores a la bandera y Fallito se veía triste y no permanecía quieto como otros lunes en el homenaje, se fueron al salón e iniciaron actividades permanentes de lenguaje, cantos y juegos etc. Cuando llegó la hora del recreo, el pequeño se acercó al escritorio de la maestra y puso un recipiente transparente que contenía pollo frito y ensalada.
¿Es para mí? Le preguntó la maestra
-Sí, te lo comes, le dijo con indiferencia
No lo comeré si no me dices que te pasa Fallito, ¿ por qué estás molesto? Fallito salió corriendo y se fue a sentar atrás del salón, al sonar el timbre, el se quedó sentado allí, por lo que la maestra fue por él cariñosa y el niño no muy convencido accedió a ir con ella al salón. La maestra se veía preocupada, a la salida quiso hablar con su madre, pero dijo que tenía prisa, que mejor al otro día. La maestra pensó que quizás tenían problemas familiares.
Al otro día fallito en Educación física, se cayó y se lastimó un brazo, afortunadamente no fue nada grave, pero estaba distante, por el incidente fue estrictamente necesario que al terminar la jornada la maestra solicitara platicar la madre y así fue:
-¡Para rematar maestra, solo esto faltaba! Dijo la señora cuando se le informó del accidente del niño, expresión que preocupó más a la maestra. ¿Doña Rosita me puede compartir que es lo que pasa con Fallito, porqué se comporta así?
-No se preocupe maestra, son cosas de chamacos, resulta que el día que la trajo su esposo, el se sorprendió muchísimo y me dijo furioso ¿Mamá, que hace mi maestra montada en el coche de ese hombre!!
-Le expliqué que él es su esposo y que cuando puede la trae a la escuela. Él me dijo más enojado que no era cierto, porque él se casaría con usted cuando sea grande, entonces insistí y le dije que también tenía hijos y se puso a llorar, lo tuve que regañar y decirle a su papá que le dijera que se calmara y que entrara a la escuela y como no había podido platicar con usted, pues no sabía que seguía enojado.
-Gracias por comentarme doña Rosita, platicaré con él, no se preocupe.
Al otro día, llegó Fallito con el brazo inmovilizado por la caída, se veía más tranquilo y como había pocos niños, la maestra aprovechó para mostrarle tres imágenes, una de un niño, otro de un adulto y la última de una abuelita.
-Mira Fallito, este eres tú, y ésta soy yo, los dos vamos cambiando poco a poco, cuando llegaste al jardín eras más pequeño, cuando tu seas un adulto como éste y te quieras casar, yo estaré así, como esta abuelita, a lo mejor ya no tenga dientes, utilice bastón y me tengan que dar sopita en la boca. ¿Tú te querrías casar con una abuelita así?
Fallito se quedó viendo la foto, después a la maestra y muy tiernamente se acercó a ella y le dio un tierno abrazo. Fueron los mejores amigos, él buen niño, estudioso, participativo, solidario con sus compañeros y en una ocasión hasta fueron a su ranchito para que les enseñara como se ordeñan las vacas y cómo se hace el queso.
Gracias a todos los niños por su amor incondicional y sincero.
- Autor: Liaazhny (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de marzo de 2022 a las 16:53
- Comentario del autor sobre el poema: Después de 34 años ejerciendo la docencia, llegó el tiempo de la jubilación, el hacer un recuento de tantas experiencias vividas puedo decir con certeza\\\\r\\\\nMISION CUMPLIDA!
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
Comentarios2
A gran número de niños les ha sucedido lo mismo,el enamorarse de la profesora en los chicos es algo natural, ya que ven en ellas la persona ajena a su habitad, y si es consecuente con él con mayor razón desean entregarle su cariño.
Me gustó tu cuneto infantil.
Un beso cariñoso de adulto.
Hola, muchas gracias por leerme amigo y por tu comentario, saludos Oaxaqueños.
Hermoso cuento a manera de anécdota escolar. Como docente jubilado he de suponer que es de la vida real. No me extraña, con los niños podemos esperar todo tipo de ocurrencias y sorpresas. Y como colofón puedo decir:
Bienaventurados los maestros encargados de un aula de clase ante tan enorme responsabilidad, pues como dice un excelente maestro venezolano: Quien piensa en los niños, piensa en grande, pues los niños se miden de la cabeza hacia arriba. - Luís Beltrán Prieto Figueroa.... Y agrego con modestia... Hacia arriba donde podemos contemplar un arco iris multicolor, hacia arriba donde habita el Altísimo Creador.
Saludos cordiales.
Gracias por tu bello comentario amigo Hermes, saludos desde Oaxaca México.
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