Sin inspiración por el momento.
Volveré cuando vuelva la musa.
Él...
El que cada mañana
al salir de casa
veía pasar y que me miraba
con ternura.
Él, el de ojos cafés
y mejillas regordetas
salpicadas de pecas.
Él, el que era el de los mandados
y al que sus padres no cuidaban mucho.
Ese, el pequeño con hoyuelos, de apenas un metro cincuenta y cinco.
Él.
A quién hacía unas horas
había escuchado por primera vez
decirme: "Buenos días"
(En nuestro último encuentro).
A él, quiero dedicar éstas letras,
paridas de mi alma herida.
A él, a quien la maldita mala fortuna
le arrebató la vida.
Al niño que me sonreía
sin decir nada y me alegraba el día.
A él, a quien lloro,
porque un desalmado lo arrolló.
Al niño de la mirada sonriente...
y andar inocente.
A él...
A quien aún hoy día extraño
y que seguro debe estar en el cielo...
Porque era un niño muy bueno.
A él... Le escribo desde el silencio.
Porque él me enseño que también
desde el silencio se puede decir mucho.
By Diana Janeth Reyes Diáz.
Publicado el 23/03/22
09:37pm
Todos los Derechos Reservados
de Autoría Personal ©
- Autor: Diana Reydz (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2022 a las 00:37
- Comentario del autor sobre el poema: Gracias por leer y comentar. Saludos! ❤
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 37
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Miguel Reyes, José López Moreno.
Comentarios2
Precioso poema lleno de la ternura de una mente generosa
Un cordial saludo
Un inmenso dolor
Que no creo que desaparezca jamás.
Gracias por compartir este triste poema,
pero escrito con ternura, amor y belleza
Saludos!
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