Hay noches que se alargan y es por eso
que las tejas de la casa se mojan con la brisa,
es por eso
que todos los recuerdos se agrandan y se puede ver
como avanzan las horas, como el silencio se convierte
en una silueta que se prolonga en zigzag
de la estancia a la cocina, de la sala a la cama
y del deseo a tu adiós.
Más allá del efímero recuerdo que se mece
en el sillón de la terraza, más allá
de ese valle sin dioses y sin sol
incluso, más allá del mismísimo lamento
aguarda una estatua desnuda, una verdad
colmada de promesas disecadas
en espera de volver a latir
y ser habitada por el alma.
Los insolentes minutos se hacen horas y lastiman
como hijos que caminan sin razón,
como las pupilas desdeñadas
de una dama que llora por una mirada
que no pudo retener
o una sonrisa fingida que desdeño la vida.
Hay momentos que no podemos ver
el fondo del pozo al cual nos arrojamos,
tan solo queda esperar
que la noche termine, que la claridad aparezca
y al apócrifo sueño que soñamos
le amanezcan vehementes primaveras,
tan solo una vez.
Autor…reh
- Autor: Rafael Elias Huerta ( Offline)
- Publicado: 25 de marzo de 2022 a las 17:51
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 36
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