Estaba allí en la barra, acomodada,
tomando su gin-tonic sin apuro;
me dio un deslumbramiento prematuro,
su cabellera negra y ondulada.
Noté un breve destello en su mirada,
perdida en algún punto entre lo oscuro;
y su sinuoso cuerpo, anhelo puro,
embelesaba al mundo como un hada.
Las luces, en sus curvas, se movían,
formaban claroscuros misteriosos;
cual rítmicas e hipnóticas señales,
que al rumbo de mis ojos dirigían
llamados solapados, lujuriosos,
que al fin me arrebataron los cabales.
- Autor: Francisco Villa ( Offline)
- Publicado: 1 de abril de 2022 a las 00:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 82
- Usuarios favoritos de este poema: María C.
Comentarios2
Muy buen soneto
Un Soneto perfecto.
Un saludo
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