Recuerda el olor de la lluvia
cuando te bañabas en la arena,
y al apoyarte en mí o en el silencio,
cuando le hablabas al ombligo de un libro.
Recuérdate muerta y despierta
de un sueño que parecía letal,
con el corazón plisado entre tus manos.
Al final, es tuyo el callar de los versos,
la sed al secarse el agua en la garganta;
al final, cuando se acaben las palabras,
será tuya la buena suerte del mar en madrugada.
Comentarios1
Quedo encantado de leerte. Un abrazo!
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