Diario del sapo

Margarita García Alonso


I
Atroz miedo,
un hacha desgarra el pecho.
Alimenté a un monstruo
que lloriqueaba
con tiernas florecillas
entre los dientes
-no veía, en realidad veo poco-

el monstruo fluía como
sangre menstrual
asociado a mi sombra
desviaba las flechas
que le estaban destinadas,
para que cortaran mi habla


se lamentaba con griticos
bajo retortijones de estómago,


desintegraba lagrimales
de sapo capado
que no aceptan en la coral


el ojo duro, ligeramente inflamado
como una prostituta.


No presté oreja,
una extraña demencia
me impide contemplar
al animal agazapado,
al pegajoso capullo
que se arrastra.


 Tengo miedo
 le di de comer
cuando era una larva.


II
En la sombra negocia 

premios, críticas,
a favor la caña, la cama,
 la algarabía
del vendedor de cupones
 que cae
igual que en Walt Street
caen el café, el plátano, el petróleo,

cae como un comerciante


manipula un poema
mientras sonríe
en difunto maquillado
que llevan a misa


tres golpes de pie y
repite la función
con un solo diente
frágil y enmohecido.


III
El sapo se ha pagado otro libro,
es el mismo, siempre el mismo
que lengüetea y ensarta
la inocencia a un corolario,
hasta llora en el entierro
de una letra


es el mismo, al centro,
chupando médula
con aire de violado,
 reptando
por el ano del barranco. 

del poemario - Zupia,
Editions Hoy no he visto el paraíso,  2016

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Comentarios +

Comentarios1

  • Alberto Escobar

    Esta vez me has recordado a Borges. Me lo has recordado porque a mi entender Borges es el gran embaucador, el gran sofista de la palabra, ese que parece que lo sabe todo pero que es pura apariencia, que utiliza la mágia y el encanto para confundir a la pieza y sumirla en un marasmo delicioso. Cuando te leo no me arrastra la necesidad de entender lo que tratas de decir —si tratas de decirnos algo— sino esa magia a la que antes aludía. Un abrazo Marga,

    • Margarita García Alonso

      Oh, muchas gracias, intenso y màgico momento cuando logras comuniôn con la lectura, quizàs sea el elogio mayor que busca el poema. Abrazo, Alberto.



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