Recuerdas, aquella noche, cuando conversábamos, y con el mayor desparpajo te dije que, iba a crear una morada, lejos de esta tierra, cerquita de Dios. Solo así, se cruzarían nuestras pupilas sin la malicia de los hombres, ni el odio y rencor de las almas malas. Prometimos en aquel entonces, tejer paso a paso el eslabón de aquella mágica cadena, en forma de sueños, en forma de corazón. Y hoy, que ya no estás. Voy dibujando lento entre reminiscencias y oraciones, esa madeja de amor y esperanza que se tatuó en mi alma, lejos del orbe, y muy cerca de la luz sideral.
Voy a contarte, lo que es el hielo, lo que es fuego, en esta soledad que me asesina. Hay lunas, cuya luz fluorescente me despierta, empapada en sudor y lágrimas. Mis alas rotas arañan la misiva de tus letras, esas que dieron génesis a la lumbre que devora mi existencia.
Te veo, y te dejo pasar como si nada. ¡Pero qué va! Horadas, mis horas y la diafanidad de mis noches claras. Y en el fondo, puedo adivinar que, aquel ser que me visita en sueños, eres tú, solo tú.
Imagen: Créditos a su creador
Luz Marina Méndez Carrillo/10/04/2022 /Derechos de autor reservados.
Obra registrada en Cedro-España/ https://www.cedro.org/
- Autor: VITRALES DEL ALMA ( Offline)
- Publicado: 11 de abril de 2022 a las 21:43
- Categoría: Amor
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Miguel Reyes
Comentarios1
Un poema precioso donde prima la ternura de aquel amor que es imposible olvidar.
Todo un placer de lectura.
Felicidades
Un cordial saludo
Gracias Antonio, por llegar, por comentar. Saludos.
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