Aquí estamos tú y yo,
habitando dos mundos tan distintos,
tan cercanos como la pared que nos divide;
pero a la vez tan lejanos
como un año bisiesto en espera de su hermano.
Hay días en que busco mi balcón,
pensando que tal vez harás lo mismo.
Descorro con nostalgia las cortinas,
abro los ojos del búho dormido
y aspiro la tristeza humeante de mi barrio
que acaso será el tuyo,
en otra latitud del universo.
Veo las copas de los árboles,
como si fueran manchas
lúgubres en la bóveda celeste
y pienso en que quizá nuestras miradas
hagan una lejana intersección
en el azul del cielo
Alcanzo a ver el parque
rodeado con las típicas cintas amarillas,
lenguaje inanimado de la prohibición,
de la tragedia y de la angustia.
Pero esta vez no es solo para los curiosos
que quieren empaparse con la muerte de un cristiano,
sino para los seres más sensatos
que no quieren llevar la muerte en un abrazo
o en el más cariñoso de los besos
Porque el fantasma de la muerte acecha,
se sienta a divagar en las bancas de los parques,
camina por las calles y avenidas,
por mercados y suburbios,
por lujosos almacenes y centros comerciales.
A veces se transporta en finos trajes de Versace,
a veces en los harapos de los hombres sin techo;
lo mismo deja huella con las chanclas descocidas
que con las onerosas zapatillas de Chanel.
Es una realidad que nos desborda.
Por eso, tú y yo,
cada quien en su mundo de burbuja,
hizo de su recinto una oficina,
una sala de cine, un restaurante,
una cancha de fútbol,
una cita nocturna con la luna y las estrellas
Es cierto que de cuando en cuando
puedo mirarte con los ojos de la tecnología;
y aunque es monumental el amor que nos inunda,
no puedes prometerme que vendrás
cuando al fin aparezca el arcoíris;
ni yo puedo jurarte
que llegado ese día
podré tatuar tu cuerpo con los besos que te guardo.
Mientras tanto seguimos abrazando la esperanza,
cada cual en su mundo,
porque queremos vernos frente a frente una vez más,
fundirnos en un abrazo fraterno,
regalarnos un beso con sabor a reencuentro
y sin que nos agobien las molestas máscaras
Seguimos manteniendo nuestra lucha;
cada uno desde su reducido laberinto,
y hemos de sostenerla con honor y valentía,
mientras la Moira no encuentre nuestros hilos
que inevitablemente habrá de cortar un día
haciendo uso de sus filosas tijeras.
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Autor:
Gelber Payes Morales (
Offline)
- Publicado: 18 de abril de 2022 a las 11:44
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema fue escrito durante el confinamiento, es uno más de tantos que han surgido es esta que es ya una época imborrable para la historia de la humanidad.. Es un poema que describe el mundo durante el encierro donde la distancia, sea lejana o cercana, es igualmente crítica para los seres que se aman y se extrañan.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Alberto Diago, alicia perez hernandez
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