RELATO: “EL REENCUENTRO”

José de Jesús Camacho Medina

Ocurrió en Diciembre de 2021. Después de casi 10 años de no verse, de no tener contacto siquiera por las bondades de la tecnología. Dos primos hermanos se reencuentran en una fiesta familiar. Fue en la antesala de la Navidad, en un día donde el frío era indicio inequívoco de aquella temporada. Nadie sabe porque en todo ese tiempo, no hubo contacto entre ellos, alguna llamada por teléfono, algún mensaje o quizás hasta un correo electrónico. Si bien, vivían en ciudades distantes, no había pretexto ni impedimento alguno, a la hora de establecer comunicación, y más ahora en un mundo globalizado e interconectado por las redes sociales gracias al internet.

Luis y Miguel se cruzaron en una ida al baño. Después de unos tragos encima, y a pesar de estar sentados en mesas completamente apartadas, el destino había logrado una coincidencia en el lugar más probable.

Ellos eran primos hermanos por parte del Padre, y años atrás habían vivido una infancia muy cálida, de esas infancias que hoy parecen extintas, que hoy parecen ficción.

Al cruzar sus pasos rumbo al sanitario, la apertura de su encuentro se dibujaba como un buen augurio, como un buen presagio. Un abrazo fuerte, al compás de un apretón de manos, era el preámbulo de una breve pero profunda plática entre los dos:

Luis: - ¡Qué gusto verte!

Miguel: - ¿Qué hay campeón?, ¡lo mismo digo, es un honor volver a coincidir!

-En ese momento, nadie se imaginaría que Luis daría rienda suelta a un impensado interrogatorio, sobre todo por el tiempo que tenían de no convivir. Sin dejar de dar una ojeada a la vestimenta y zapatos de Miguel, su boca se transformó en una cascada intensa de preguntas:

- ¿A qué te dedicas Miguel?

Fue la primera pregunta. Pregunta que sorprendió por completo a Miguel, quien seguramente jamás imaginó que fuera de tal naturaleza. Sin embargo, respondió con la naturalidad que le caracterizaba, con la franqueza de cuando eran niños.

No obstante, el obstinado interrogatorio de Luis parecía dibujar un patrón recurrente. Casi todas las preguntas oscilaban en conocer el estatus económico al que había llegado Miguel:

-¿Dónde trabajas?

-¿Cuánto ganas?

-¿Te dan vacaciones?

-¿Tienes casa propia?

-¿De qué marca es tu automóvil?

-¿De qué marca es tu traje?

Miguel, nunca dejó de ser sincero, ni colocó alguna máscara en sus respuestas. El aire que emanaba de su voz era viento limpio, sus palabras no se deshilaban por que eran congruentes con la realidad.

Tras responder a todas las inquietudes de Luis, quedó libre un espacio, espacio que Miguel supo aprovechar para expresar algo, un pequeño hueco por donde fluir cual rendija a punto de ser infiltrada por un rayo de sol. Miguel fue breve pero rotundo:

- Sabes Luis, no tengo preguntas que hacerte, solo te digo que agradezco al destino por habernos permitido coincidir. Levanto esta copa invisible para celebrar ¡que estás vivo!, ¡que estoy vivo! y ¡que estamos vivos!. Que a pesar de vivir tiempos difíciles, y de incertidumbre por el mundo, hoy estamos frente a frente. Que aún podemos recordar aquellos años de gloria, aquella infancia tan cálida que vivimos donde fuimos tan felices sin saber lo que era la felicidad.

En ese momento, Miguel estrecharía la mano con Luis, para después cerrar la escena con un fraternal abrazo.

Luis nunca imaginó que Miguel se alejaría de las preguntas vinculadas con la cantidad de cosas, con el nivel de consumo, con lo que muchos llaman "Calidad de vida". Que las palabras y hechos de Miguel escapaban del algoritmo que lo regían, del algoritmo que hoy rige al mundo: el de un libreto basado en la competencia, la marca y la acumulación.

En silencio, y con mirada a la baja, Luis sintió un golpeteo en su estómago, la paciencia se le caía de la bolsa, y de tajo, cortaba la conversación de aquel encuentro, su voz se alzó para pronunciar: - "Tengo que regresar a mi mesa, fue un gusto saludarte".

Miguel un tanto incrédulo, tampoco imaginó la reacción de Luis, sus palabras fueron sinceras, su abrazo fue el más leal, sin embargo, Luis se regía por otra escala de valores.

Esa noche, Luis y Miguel no lograron afianzar un contacto mayor, y es que a pesar de estar en el mismo evento, ya no hubo más comunicación entre ellos durante la velada, ya no más se dirigieron la palabra. Cada uno se limitó a convivir con sus respectivas familias. Parecían dos galaxias distantes, como si no se hubiesen reencontrado, como si la conversación que sostuvieron cerca del sanitario había sido un meteorito que acababa de extinguir toda posibilidad de volver a unirse. El guion del mundo les había separado, a pesar de que en el pasado fueron como uña y mugre, a pesar de que en su infancia, no existía competencia entre ellos, solo las ganas de vivir,  a pesar de que en aquellos años el mundo era suyo al pedalear una bicicleta.

 

  • Autor: Astronauta (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 18 de abril de 2022 a las 16:03
  • Categoría: Familia
  • Lecturas: 23
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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