Carta de amor a la humanidad

I

He visto este planeta en cada parte que lo componen, he visto el cielo, los mares y las flores; he visto las rosas, el firmamento y también todos sus colores. He observado cada rosa con vibrante admiración, la he sentido, de tallo a tallo, es tan bella y tan sublime que no tiene comparación; cada nube allá arriba, he sentido cómo el viento las mueve, las guía y las mantiene, también he sentido cada respiración, cada emoción y cada sensación. Me he despertado con la noticia de que el sol no ha salido y en el cielo todo es muy inerte, he amado cada ocaso y admirado cada trazo de las nubes cuando mueren, pero no siento lo que sienten, y está bien. He cantado cada canción y bailado en cada lluvia, he sentido su rocío y lo he sentido en la penuria…, la he vivido, gota a gota, con intensa devoción.

Es perfecta en cada aspecto, así es la naturaleza. Se obedece a sí misma y no tiene ni un defecto. Nos regala algo más que su color y su belleza. 

II

El humano es más que humano. El humano tiene defectos, tiene odio y demencia, tiene ira y tiene inocencia. Hace daño a sus iguales y, a veces, lamentablemente, se hace daño a sí mismo; yo no sé cuál es peor. El humano es más que humano, es el reflejo de la naturaleza.

Nos rodea un universo donde orden y caos conviven en armonía, un universo lleno de luz, pero también de oscuridad, y somos humanos porque en un gramo de agonía hay un desierto de bondad, porque por cada mentira hay dos más que dicen la verdad, porque por cada egoísta hay mil más que quieren dar. Yo no sé a donde vamos, a dónde vamos a parar, pero sé que, si hay amor, ahí estará la humanidad.

El humano es más que humano, y yo soy más que observador. Quiero darle a este mundo mucho más de lo que soy. Somos más los que queremos una vida bella y plena, una vida sin dolores, una vida sin más penas, una vida tan hermosa que se sienta en nuestras venas.   

Yo creo en la humanidad y en sus colores, creo en nosotros. Esta es una carta de amor para todos allá afuera.