Caen las hojas sobre el charco;
las farolas lo están notando...
Andas a solas por un campo
surcado por el vuelo de pájaros
tan rápido... Caen las hojas,
emisario de algún mal que crece,
imposible, en la sombra.
Tú lo eres y aún mejoras
cuanto más lejos de mi lado,
te deslomas por un sueldo irracional,
y esta hora es, lo siento, la fatal.
Todas las drogas que suben
se diluyen con la aurora
si las nubes lo consienten
cuando llegan cuatro sólo.
Yo no sé realmente
si llegas a entender algo
de lo que dentro va sobrando
y escupo como el veneno
de esas lenguas que se doblan
y no florece ya
ninguna de las flores
que plantaste en el jardín.
Ojo avizor.
Rondan las cosas este instante
sin amor en mi cajón
soñador de mares rojos,
de metales, de cerrojos.
Todavía no se sabe quien enterró al traidor,
tan feo tras sus anteojos
que algunas deliraban,
le figían un interés impropio.
Sin código en las noches de insomnio
mi sonido al olvido evoca,
las palabras que salen por esta boca
son la dosis de ilusión
que no retorna...
Es la infancia tan veloz
que no la cojes
ni jugando con un dardo
a darle al error,
lubricarlo
para que encoja.
Estoy desubicado:
no me encuentro
entre otros;
incluso así estoy solo
y lejano cantando en mi interior
como una sonda
de ración.
Conmoción la implora
un ratón
corriendo por la alfombra
hacia su tope:
entrar con tremendo premio
para todos
los que aquí tocan.
No tengo nada
que cambiar
en mi personalidad
(supongan).
La flecha del azar
fue a clavarse en la cara
del misterio de tu estancia
encapsulado.
- Autor: Haz Ámbar ( Offline)
- Publicado: 7 de mayo de 2022 a las 21:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 52
- Usuarios favoritos de este poema: Mía 🌻, Miachael, alicia perez hernandez
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