Hay un paraíso perdido,
oculto tras el fulgor
del paraíso dado.
¿No te has adentrado alguna vez
en algún videojuego de bar
en el que te pones manos al volante
y debes seguir el camino marcado
hasta la meta superando obstáculos?
De pequeño, en mis horas muertas
me subía a lomos de cualquier coche
de estos que si chocas no te haces daño
y me he salido de la carretera
para ver dónde llegaba, qué se me ocultaba.
Así, sigo, ese es uno de mis soplos,
ese que impulsa mi vela
hacia caminos no convencionales,
solo por ver qué me estoy perdiendo
si sigo lo fácil, lo marcado por otros,
otros a quienes no les importa mi vida,
solo que le dé el pecunio que necesitan
para engordar las suyas y disfrutar en playas
de plástico y a costa del erario.
Estoy por la labor de romper nudos gordianos,
por muy gordos que sean —otra cosa es
que lo consiga, no arriendo en ello mis ganancias.
Como decía, estoy por ver hasta dónde llego
en esto de perseguirme, ver qué hay detrás
del velo de Maya que me aísla de lo mío.
Quiero pensar que siempre hay tierra
inexplorada, virgen de ganas de ser atravesada
por las ávidas pisadas de un explorador exigente,
diligente, rijoso de vivirse hasta el último sorbo.
No me apetece ser oveja merina —con todos
mis respeto por ellas porque fueron parte
de la grandeza de mis antepasados— obligada
a transitar caminos sin haber decidido antes,
o habiendo estado querer ahora salir a explorar.
No aspiro a crear tendencias, a pretender
que se hable de mí en la posteridad
como vaticinó Schopenhauer a propósito
de su filosofía y sostuvo Augusto —o era César—
como empresa principal de un buen romano,
porque una vez muerto, qué más da todo.
Desde pequeño sigo en ese empeño,
en conocer qué me pierdo tras la cara
oculta de la luna, qué imagen se esconde
tras las palabras de la persona que se te dirige,
qué carne, qué tacto, qué dulzor o acritud
se extiende sobre la materia ajena a mis sentidos...
Es perseguir un horizonte infinito, es saber
que lo palpable es la materia de la que están hechas
los sueños, de sentir el discurrir neuronal
de una caricia, de una sonrisa que suelta al aire
una bendición cual hisopo de misa.
¿No te has adentrado..?
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Online)
- Publicado: 8 de mayo de 2022 a las 10:01
- Comentario del autor sobre el poema: La curiosidad como madre, impulso, soplo, voluntad según Schopenhauer, "élan" vital según Bergson, razón poética por María Zambrano...
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Ben-., Texi, alicia perez hernandez
Comentarios2
En la contínua búsqueda descubrimos el otro lado de las cosas.
Gusté leerte, colega de la pluma.
Shalom desde Israel
Me alegra Brom. Un saludo,
Crear, construir, amar, soñar, reír, llorar, cantar,...
Un abrazo poeta Albertín
Todo y más. Otro Carlos,
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