Fue una noche más que perfecta,
ideal para tener una conducta incorrecta,
éramos solos tú y yo en la habitación,
a punto de sucumbir ante la pasión.
El deseo no se hacía esperar,
la lujuria se comenzó a exaltar,
nuestros cuerpos se buscaban,
y en la sensualidad se encontraban.
Entre las sombras su belleza admiraba,
una luz tenue que su rostro iluminaba,
dejando entrever sus labios que se me antojaban,
y sus ojos perversos que me atrapaban.
Sus gestos me cautivaban,
con su picardía que me encantaba,
su voz coqueta me susurraba,
que la diversión apenas empezaba.
Un fuego ardiente se encendió,
una llama que con cada beso se avivó,
y entre suspiros de placer que no parecían acabar,
nuestras delicadas prendas nos comenzaron a estorbar.
Sumergidos en un éxtasis que no tiene final,
fuimos testigos de algo excepcional,
tal cual bestia descomunal,
dimos rienda suelta al apetito carnal.
Un momento que tanto habíamos anhelado,
una travesura de dos locos enamorados,
esa noche tenía un peculiar significado,
pues esa era la noche del pecado.
- Autor: Pedro Abarca ( Offline)
- Publicado: 17 de mayo de 2022 a las 13:23
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 63
- Usuarios favoritos de este poema: Yolanda Barry
Comentarios1
Un placer leer tu fino erótico.
Saludos.
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