Voz De La Serenidad.

Con mi alma en las pupilas, te veo; con tus manos en las mías, te siento; con tu cabello sobre los bocetos de mi vida, soy tan de ti querida mía.

Y quiero vernos a nosotros dos tan sinceros,  jugar al amor prohibido aún siendo tan tercos, deshacer al mundo con ternura en los ojos, reconstruirlo a pequeños pasos y con todo lo que somos, así como se hace con los sueños rotos.

Quisiera entonces, sólo quisiera estar contigo, entreabriendo los ojos para buscar dentro de tu abismo cada pesadilla que te intoxica, cada pesadilla que no muestras y atraparlas todas, hacerlas mías, y ganarles, hacerlas nuestras antes de irnos.

Quisiera, sólo quisiera también perder mi aliento, dejar que se escape de último momento en tu pecho y yacer en la montañosa y cálida cama como todas las demás serenas veladas, pero esta vez un poco más tranquilos, un poco más seguros.

De repente nos diluimos entre finales de suspiros y melancolías, entre antiguos temores e inseguros, vamos apagando las luces y nuestras miradas, vamos encendiendo al corazón entre las sábanas, hasta crear un incendio cuyas flamas tiemblan tan bonito como tu piel cuando yo la acaricio, como mis labios al rozar tus labios, como nuestras bellas mentes al colisionar con la línea de su final.

Nos vamos juntos, con tu alma en mis pupilas, con mis manos en las tuyas, con los recuerdos en los escombros de lo que fue alguna vez nuestra vida. Nos vamos juntos, descubriendo lo corta que es la muerte para tan larga que es la espera.