Murámonos un rato

Luego de un fugaz instante
Cual interminable parpadeo
En un efímero momento
Tan breve, tan pasajero
Tan confuso como la teletransportación misma
Fui abentado por un taxi a toda velocidad
Hasta le puerta de mi casa.
Ya estoy aquí y ni cuenta me di cuando pasó.

Con dificultad legendaria abro la puerta de mi casa
Ni veo el cerrojo, no estoy en casa
Y aún así lo logro
No sin antes hacer un gran estruendo
Y sin haber mutilado con la punta de la llave
El inocente cerrojo.

Ya está
Murámonos un rato.

Empujo la puerta y casi me voy con ella
Le rompí los vidrios por cierto
También se quedó la mitad de la llave en la cerradura.
Jamás he visto una entrada tan épica
Los cineastas me la pelan.

Qué irónica es la vida
La vida es un chiste
¿De buen o mal gusto?
Depende el espectador.
Todo es cuestión de perspectiva.
El punto es que si la vida es un chiste
La ebriedad lo es más aún
Uno muy gracioso y vivaz, eso sí
Pero de muy mal gusto.

Beber es un chiste
Pero es sabroso
Porque es como morirse.

Se siente una energía explosiva y marchita
Chute efímero de endorfinas
Euforia ilusoria; artificial
Anestesia total
Pero los sentimientos a flor de piel.
La consciencia disociativa
Ganas de progresar y comerse el mundo por unas horas
Luego la voluntad de poder se debilita
Y tu proyecto se difumina.
Lapsos momentáneos de extrema lucidez
Brillantez implacable
Como fugaces destellos de luz
Cual luciérnagas sobre la pantanosa ciénaga
Como un nenúfar desolado en medio del mar y la tormenta...

Muy hermoso y todo
Pero todo se va al caño en los meados
A través de la inquietante alcantarilla.
Y al día siguiente
La mortal sequía.
Tomar es lo único que sana las heridas
Ojalá puédieramos estar ebrios por siempre.

Así me adentro entre el espesor de la negrura rumbo a mi habitación
Me voy llevando todo alrededor
Muebles, paredes, hasta rompí un jarrón
Me di en la cadera con la esquina del comedor
Dolerá; mañana lo lamentará
También patié sin querer el plato con agua de mi perro
Toda la regué
Y
Por huevón
Por andar siempre borracho y despistado
Resbalé.

Caí sabroso; no sé cómo no me maté
Es un milagro que siga vivo escribiendo mis huevonadas
Donde hubiera aterrizado sobre mi cabeza
Ésta se hubiera reventado por completo gracias a la fuerza de impacto
Ahora menos veo
Con mis lentes rotos.

Ahí tendido me quedé un buen rato
No sé ni cuánto
Pero se sintió eterno.
Boca abajo me quedé aún procesando la vaina
Tratando de entender qué estaba pasando
Casi me quedo ahí inconsciente
Si no fuera por mi inquebrantable voluntad de seguir.
Entonces puse de pie mi anestesiado y gelatinoso cuerpo
Y me encaminé de nuevo hacia mi cuarto
Que estaba aún a unos 5 pasos borrachos.

Llegué
Y así como estaba
Me desplomé sobre la cama
Cayendo como una piedra.
Cómo será el peso de la borrachera
Que las patas se rompieron
Quedé con el colchón pelao' en el suelo
En éste punto nada importa más...

La cama voladora
El espiral del tiempo
Como palpita el cráneo
Borrón en el cerebro.
La vibración del zumbido
Viaje interestelar turbulento
Resequedad suprema
Y aquellas náuseas
La fatiga es tanta que siento que estoy tragando arena.

Qué más dá
La vida es así...
Murámonos un rato.
.
.
.

*Suena el despertador a las 7:00 a.m.*
.
.
.

No...
No otra vez...

¡Coño!