**~Novela Corta - El Abismo del Perdón - Parte I~**

Zoraya M. Rodríguez

Eran la pareja ideal y tan perfecta en que casi nadie habla de ellos, pues, su mundo era bello como bellos eran ellos físicamente y más en su interior. Eran de buen estirpe y de buen linaje, sí, eran la pareja perfecta e ideal como los amores en una sola fotografía. Eran Alejandro del Rosal y Graciela del Rosal, un 8 de octubre de 1920, se casaron en la iglesia del pueblo. Y fue el día más preciado del mundo y para ellos, aunque eran de buenas familias, pero, en el ocaso llegó la noche y con ella el silencio de ese amor puro e inocente. Esa noche se amaron como nunca, aunque no hubo celos de vida, sino amor puro y un silencio de esos que tan sólo el amor hace. E hicieron aquello que se llama amor, una pasión, un sólo cuerpo y un sólo amor y una sola alma. Y entre ambos el amor a redención y un instante en que se cuece el alma, cuando en el alma de ella nació un corazón y un amor de esos en que la vida misma cela con muchos recelos de dar en una vida un imperio de amor. Sí, en el alma de Alejandro del Rosal, cuando en el suburbio de sus corazones se siente un sólo amor, un sólo deseo y una sola pasión, y un celo de esos en que se aman los enamorados. Y, así, se hizo la vida y más que eso unos hijos perfectos en la vida de Alejandro del Rosal y Graciela. Sin dejar la lluvia a un lado, en un día de tormento, cuando ella, Graciela, parió con dolores con una comadrona del pueblo a una niña y la llamó Lluvia. Alejandro del Rosal era un hombre decidido, capaz de hacer temblar a cualquiera, y hasta su calibre era de alto renombre y de honesto camino. Y el destino de Alejandro del Rosal, se vio tronchado de un miedo mirífico, y de un tormento, pero, tan inocuo como la salvación misma del Cristo. Porque cuando en el ademán frío del viento, se vio atormentado de espantos nocturnos cuando en la noche de lluvia llegó Lluvia. Y en el trance de la verdad, se electrizó la espera de entrever a su hija en brazos, y Alejandro del Rosal, sólo se dedicó en ser fuerte como el hombre que Graciela ama en su corazón inerte de latidos, pues, en su corazón sólo se llenó de amor cuado tuvo en brazos a su hija Lluvia. Y la vida les trastocó con una sincera verdad de que ese amor tuvo frutos y tan prohibidos como una niña y tan hermosa como su madre Graciela. Cuando en la habitación se vieron de sorpresas fructíferas, pues, una niña había nacido para bien y por el amor entre ambos, tanto para Alejandro del Rosal y Graciela. Si, al fin y al cabo, se electrizó la forma de creer en el verdadero amor, como la insistencia de dar amor en el mismo corazón. Si Alejandro del Rosal, creó un rosal dentro de su corazón, por amor a su hija Lluvia, dejando un sólo dolor dentro de su alma. Cuando en el altercado frío se enfrió la razón en un sólo latir del corazón. Porque desnudó a su corazón en debatir en la espera y tan inesperada de espantos nocturnos cuando en su afán de creer en el alma de Alejandro del Rosal, esperó la llegada de su hija Lluvia. Y con esa llegada fue el triunfo del amor y de la pasión entre esta pareja llena de amor, y quedó como el reflejo del sol en su carita de niña, pero, cuando alumbró Graciela, era una noche impetuosa y llena de tormenta fría como el desastre de creer en el tormento de una lluvia en que casi se cuece de ambigüo temor por esa lluvia en que nació Lluvia, la hija de Alejandro del Rosal y de Graciela. Y agradecieron a todo Dios poderoso en el cielo de que haya nacido Lluvia y de que en el instante se viera el cielo de calma impetuosa y de un espanto de tormenta y de un naufragio tormentoso. Porque cuando en el azul del cielo no se vio claro como el sol, sino lluvia impetuosa y tan torrencial como la tempestad se vio fríamente inestable como el horizonte y lleno sin sombras y de un perdido camino y sin destino alguno. Cuando en el altercado de la vida misma, el sol nació al otro día, y con un nuevo amanecer en que el deseo se convirtió en el trance de la verdad y en la insistencia en que el juego del amor y de la vida se aferró el buen instante en que Lluvia y porque después de ese nacimiento se convirtió en deseos buenos la vida misma hasta que la vida misma se entristeció tanto y por tanto en que el suburbio autónomo de la verdad quedó en un sólo mal trance de la verdad efímera. Cuando se funde la verdad entre la verdad y la mentira. Y todo porque el hombre de Graciela conoce a una mujer que era como el fuego, lo antónimo de Graciela, que era tan delicada, tan sumisa, e insípida, y retraída. Era una mujer como la misma candela, o como el mismo fuego, o como la misma aventura de ser una mujer tan alegre y al compás de la vida va de rumba y sin poder descansar. Ahora, Alejandro del Rosal, tiene a dis mujeres, una en su hogar, y la otra, la gran infidelidad y la gran culpa de la conmísera mentira hacia su esposa Graciela. Si cuando la amó infielmente le gustó más que a Graciela, salía más del hogar de Graciela, se le veía de traje y con rosas en mano. Se le veía a Alejandro del Rosal, retraído, pensando sólo en ésa mujer como una mujer voraz, pero, de buenos sentimientos, y de una sola verdad en el alma: la rumba. Y dentro del alma de Alejandro del Rosal, una culpa, una traición, una infidelidad, una felonía que atraviesa su corazón como flecha y no necesariamente de cupido sino que era la espada de la muerte segura en contra del amor puro e inocente que le había entregado Graciela a Alejandro del Rosal. Y Alejandro del Rosal tiene como preḿabulos de traiciones las salidas con esa nueva mujer en su vida. Y Graciela del Rosal ni se entera de esta relación extramarital. Porque cuando Alejandro del Rosal decide tener esa relación llena de pasiones y de traiciones a grandes tentaciones y tan frías como lo es la infidelidad, en el alma de Alejandro fue tan directo como el dolor en medio del corazón y se enalteció lo más doloroso del alma entre Alejandro del Rosal y Graciela con su amor y en su más fuerte amor que por una simple debilidad se vino abajo todo. Porque cuando en el corazón de Alejandro del Rosal, se entristece de espantos de infiel infidelidad entre esa nueva mujer y Alejandro del Rosal en que sólo se vio a gran escala de entrever la sola razón si en el camino se enfrió el deseos en amar nuevamente a Graciela. Y, sí, que la rutina en el enlace y en el matrimonio entre Alejandro del Rosal y Graciela fue tediosa y rebelde como el mismo día en que Lluvia nació. Cuando el amor entre Alejandro del Rosal y Graciela fue a la máxima potencia de una pasión superflúa de amores sin poder terminar ni concluir, pero, llegó otra mujer a la vida de Alejandro del Rosal y también a la vida de Graciela. Y en conjunto de la decadencia fría de ese amor en que el amor quiso más amar en el trance de la verdad, quiso en ser como el amor lleno de fuegos, de pasiones y de ilusiones infieles. Si en cada deseo del alma se vio fríamente indeleble como el sueño de ser un infiel autónomo y sin libertad. Cuando en el alma de cada cual pintó o dibujó un sólo camino bifurcado o tan separado de un solo corazón. Cuando en el rencor se electrizó la forma de entrever una sola locura en que el amor fue infiel, sí, y no fue Graciela sino el amor de Alejandro del Rosal. Porque cuando en el alma se entristeció por primera vez, Alejandro del Rosal, le fue infiel a Graciela y el alma se llenó de iras inconsecuentes, de temores inciertos, de amores inconclusos, de pasiones sin medidas, y de infidelidades sin suerte. Porque cada vez que Alejandro del Rosal, sale con traje y flores de rosas en mano su mujer Graciela lo vé y lo sigue con la mirada con la mentira de siempre de que las flores son para su madre. Graciela, incrédula e inestable como los pétalos de esas rosas que caen en el suelo por donde ella pisa y Alejandro del Rosal alejarse muy contento. Si en el trance de ese camino en que Alejandro del Rosal camina alejándose de Graciela, y de Lluvia cuando apenas tiene cinco años de nacida. Porque cuando en el alma de Alejandro del Rosal, lo acompaña las flores de rosas dejando caer en suelo a los pétalos de rosas, sólo él presiente una soledad que lo mata, lo succiona, lo ahoga, no es un fétido olor del dolor, no es el amor a su esposa, no es el camino a su hogar, es simplemente la mala infidelidad que lo mata, y lo arremete en contra del amor y del dolor en el mismo corazón, cuando en su afán de creer en el alma sólo pensó e imaginó en una sola insistencia del amor a cuestas del dolor que él siente cuando le es infiel a Graciela. Cuando en el coraje de la verdad se enfrió por más débil el corazón, el alma, y el mismo camino frío y tan álgida es la piel. Porque cuando en el alma fracasó como el aire en la piel, como un sólo roce entre la piel y el olfato sin dar ese aroma que le agrada a Alejandro del Rosal, a fragancias innatas de rosas como las mismas rosas que lleva en manos. Porque cuando en el alma de Alejandro del Rosal se vio tristemente indeleble de creer en el alma a ciegas de un torrente de sensaciones buenas y creyendo en el altercado frío de un instante se vio gélido como el viento. Y más le gustó salir con ésa mujer que es como el fuego devorador del sol, o como la pasión viva de un torrente de ricas sensaciones, y de una aventura sin ser un infortunio de dolor. Porque cuando Alejandro del Rosal, sólo no cambia de parecer en cuanto a amar a su amante y en ser infiel, sólo lo lleva por el sendero amargo del dolor y de la desesperación inocua de la transparencia de un sólo corazón. Cuando en el alma de Alejandro del Rosal, se vio fríamente inestable e inconscientemente de dar una sola verdad y tan fría como el desastre de creer en el amor infiel a toda costa. Y siendo infiel se dedicó en cuerpo y alma, a ser como el desastre de entrever el amor infiel como si fuera un delirio sosegado de tempestades inocuas, pero, muy reales en el camino de Alejandro del Rosal. Y Graciela sola, abatida, y tan herida como el dolor de una espina en el corazón y por una sola rosa dentro de su propio corazón. Porque cuando en el alma de Alejandro del Rosal, se vio fríamente indeleble y por una sola razón se vio él, como un bouquet de rosas rojas y con espinas. Y las espinas como el dolor amargo de una sola verdad en el alma aferrándose a un sólo delirio y tan delirante de creer en la mala suerte de la vida misma. Porque cuando a la verdad de creer en el alma de Alejandro del Rosal, como una sola verdad y tan efímera, pero, y tan clandestina de saber de que el silencio entre el saber de una infidelidad y un amor sólo queda una rosa por entregar y es la del corazón herido. Cuando en el camino de Alejandro del Rosal, se vio gélido como el tormento o como la misma tempestad de creer en la seria descendencia de creer en el alma una sola libertad con la que en el alma es a costa de la sola razón, cuando la locura de ser infiel sólo era un deseo o una sola pasión o un sólo tiempo, en el cual, se intensificó como el mismo deseo de creer en el puro e inocente amor. Cuando en el corazón de Graciela y en la soledad la libertad era trascendental o era tan real como la misma conmísera pasión de atraer en la latente fuerza de ver el cielo de añil, si sólo se aferró al deseo mortal de entregar su poca libertad a la infidelidad. Y era tan real como el desierto en numen imaginativo de ver el sol en el altercado frío de la insistencia de creer en el amor y en la sola infidelidad que le dio amar a ésa mujer llena de fuego latente o como el mismo sol en cada atardecer. Porque cuando en el trance de la verdad se intensificó la frialdad de creer en el alma infiel de Alejandro del Rosal, cuando en la camorra fría y tan gélida como el mismo viento, si cuando en el camino sosegado del tiempo y más que eso en el imperio de un corazón como templo seguro del amor infiel lo lleva trascendentalmente en un camino fuerte y sin destino. Cuando en el ocaso frío se sintió Alejandro del Rosal como el pasaje de ida y sin regresos, cuando en la noche llegó el frío nefasto del tiempo, cuando en el deseo y en la frialdad en el cuerpo y en el juego del amor se aferró el delirio delirante de creer en lo latente de una fuerza espiritual y tan infiel como el mismo desafío de un sólo frío en el camino de Alejandro del Rosal. Porque Graciela le dio virtud, inocencia, candidez, honestidad y honra, pero, el hombre busca lo prohibido y lo más impetuoso del camino infiel y tan frío como el mismo tormento.   




Continuará………………………………………………………………………………………                                                                                     

 

 

 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de junio de 2022 a las 00:02
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Un amor infiel de Alejandro del Rosal, se vio como el fuego cuando amó a ese amor infiel, pero, su esposa Graciela sólo lo perdona con tres opciones de perdón…Mi #11 de novela corta en el año 2022…Mi #99 de novelas cortas hasta el año 2022…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 18
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