**~Novela Corta - El Abismo de Perdón - Parte III Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Graciela del Rosal sólo se vio impaciente en la espera de creer en su alma desierta de un sólo espanto, cuando en el alma de Graciela, se vio fríamente indeleble cuando en el afán de creer en el interior de Graciela se sintió como el ademán sosegado de creer en esa cruel y terrible infidelidad. Y esa infidelidad se vio fríamente tramada y perpetrada por el mismo esposo de Graciela, por Alejandro del Rosal, cuando en el altercado frío se sintió álgido, como el mismo hielo. Y creyendo en el alma desierta se vio fríamente adherida a su cuerpo y más a su piel, mortífera de espantos, de un sólo llanto y de una vida bifurcada por la infidelidad por parte de Alejandro del Rosal. Porque cuando en el alma llena de secretos y de infidelidad ya confesada y sin ser sospechada, Graciela del Rosal, se vio fría y mal inconsecuente de querer amar lo que una vez converge, y lo que más se siente en el alma a solas dentro del mismo pasaje de la vida en contra de una sola solución de creer en el embate de dar por error una infidelidad por parte de Alejandro del Rosal. Cuando en el altercado frío de sentir el alma como una sola respuesta, lo que le dijo Graciela con dolor, y con astuto porvenir, cerrando la herida y abriendo un surco entre ambos, para no perder a su marido ni a su esposo, ni a su amante por tiempo indefinido, lo dejó absorto, incapaz de volver a sentir una infidelidad, a creer en otra mujer, y a amar a otra mujer, sin consentimiento, sin ofensas, ni con un prohibido beso en los labios. Cuando el frío llegó, quedó impaciente como la herida o como el mismo dolor en la misma alma de Alejandro del Rosal, y siendo incapaz se tornó desesperadamente y muy molesto de creer en el cometa de luz sin ser cierto ni tener una sola luz del alma. Cuando Graciela se tornó impaciente con su respuesta aunque Alejandro del Rosal no espera respuesta sólo se tornó insegura, incapaz, en la sola soledad. Si en la alborada se electrizó la manera y la forma de entregar el delirio y tan delirante en creer en el alma y sin poder más creer en la fantasía que le dio entregar hasta el alma Graciela del Rosal. Si su alma decide quedar como el deseo de identificar lo que más y aún se siente en el alma de dar una sola solución, en la cual, se siente como el amor que le tiene Graciela a Alejandro del Rosal. Cuando en el alma de Graciela obtuvo un sólo perdón cuando su alma se dedicó en fuerzas extremas de tiempo y de un sólo dolor porque el amor de Alejandro del Rosal se le vino abajo su corazón y con demasiada vil e irremediable descorazonada como en el tiempo una luz que no llega a apaciguar la calma. Porque cuando en el aire sosegado de luz y de tiempo, sólo se electrizó la calma y la lujuria dentro del mismo imperio soslayando en el ocaso del sol, cuando ya casi llega la noche a arder en el cielo de azul de desesperación inocua de amor y de tiempo. Y matando el tiempo para dar y entregar su respuesta se vio atormentada Graciela de espantos y de un silencio atroz y aturdida de miedos inconclusos le va a decir algo, pero, su llanto volvió a  interrumpir, y en su mente y en su memoria le choca la contestación de Alejandro del Rosal, que no la ama, que no la ama, que no la ama. Cuando en el instante se volcó de llanto y de dolor y de un sólo sufrimiento, cuando en el deseo se sabe que el tiempo encrudece de negro dolor cuando en la alborada no calma un sólo desenfreno. Cuando quedó Graciela como un sólo tormento de luz y en plena sospecha de que su respuesta no cambiará en nada el tormento vivido ni que su instinto se sentirá mejor si Alejandro del Rosal, la aceptará como su único amor dejando a ésa mujer con que le fue infiel a Graciela. Cuando Graciela del Rosal llegó a una sola conclusión fue que el amor que ella le tiene a su esposo es un amor puro, inocente y que no quería perderlo ni ahora ni para siempre y que ella no será una mujer en sola soledad. Cuando el alma de Alejandro del Rosal, se vio frío e indeleble, se vio mortífero y tan letal como el mismo arrepentimiento y como el mismo dolor en dejar de amar a Graciela. Y Graciela sola y en soledad quedó, le dice a Alejandro del Rosal, -"espero que me hayas amado en verdad al comienzo de la relación, ya qué importa"-. Y caminó umbral y surcos y bajó la jalda de su hogar descalza y con mano en el corazón subió a un tren con rumbo hacia un sólo destino. Y Graciela dejó a Alejandro del Rosal en libertad, en un sólo amor en desamor, y en un instante en que el alma quería luz, amor y pasión y un deseo inocuo, pero, trascendental, casi perfecto como la vez aquella en que se hace y se nace el amor entre Alejandro del Rosal y Graciela. Cuando en el camino de Graciela sucumbe en una sola desesperación, en un sólo anhelo, en un sólo capricho exótico, y en un dolor casi inherente en el alma de Graciela. Porque cuando en el alma de Graciela se vio álgida como el frío o como el mismo desastre en poder creer en el combate de dar una sola verdad efímera, pero, creyendo en el alma un sosiego devastador subió al tren de la vida, al deseo y a la vida o a la muerte, cuando en el deseo envenenó la conmísera existencia de Graciela. Y Graciela enalteció más su dolor y su sufrimiento, y caminó cerro abajo cuando bajó del tren, sí, al sur. Y subió norte arriba en un camino pedregoso y llegó a un abismo de perdón logrando subir hacia él dejando inerte su coraza y su corazón. Y entreviendo un llanto de dolor y de un sólo sufrimiento, en que cada cual, se entrelazó el dolor con los latidos del mismo corazón, en que, se siente devastada, con iras, con celos de amor y de pasión, y de un amor en que casi se siente como el mismo dolor en el camino lleno de piedras con las mismas que al pecho se siente como un sólo precipicio. Y en un sólo abismo de perdón quiso perdonar y en ser perdonada porque cuando en el embate de dar una sorpresiva en la vida de un sólo desastre de creer en el alma a ciegas de un sólo dolor por la infidelidad en que creó una camorra o un altercado frío en que se siente como el amargo sabor en dar con la única verdad sintiendo el deseo más ambigüo de la vida. Y Graciela en un torrente de sinsabores inconclusos se dedicó en fuerte redención de dar con la única falsedad en querer amarrar el dolor a su triste corazón. Porque cuando Graciela recordó el día de lluvia en que nació Lluvia con el mismo dolor de creer en su alma a ciegas, si sucumbió en un sólo mal deseo y en un torrente de aguaceros y de lluvia torrencial hacia el mismo abismo de perdón donde caen las gotas de lluvia en ese torrencial de aguaceros que cae desde la vertiente hacia el mismo desenfreno del abismo frío y de perdón. Y la lluvia como su hija llamada Lluvia, quedó en redenciones y tan frías de un infortunio de dolor, de lluvia y de enredos de infiel infidelidad cuando en el tormento de su ira, de su cometido, y de un funesto instante, y de su aciago desenlace, quedó con el hálito frío y tan álgido como el vaivén de esa lluvia en torrenciales aguaceros y de lluvia marcando el suelo de inundación y ella en el abismo de perdón, y pensando si lo perdona o no, si lo ama o no, si lo acepta o no, si lo seguirá amando o no. Y quedó como el embate de dar una conmísera vida y un sólo dolor, en el cual, Graciela, quedó como la misma lluvia en que va mojando sus sentidos y su cruel desavenencia en un abismo frío, precipitado, mortífero, y letal, como el mismo embrague de dar con la libertad una sola vida, pero, llena de dolores y sufrimientos. Cuando en el alma de Graciela se vio fría y tan álgida como el mismo viento a plenitud y tan sosegado como el mismo imperio adyacente. Y se vio deleitando a la verdad de que su esposo la engañó, y le fue infiel, de tal manera que le cegó el alma, los ojos y el corazón de iras y de dolores y de un sólo sufrimiento. Porque cuando el alma de Graciela se convierte álgida como el mismo tiempo en que pasó con la infiel infidelidad si se dió como el mismo desenlace final de verse atrapada y atada como una telaraña de seda en el mismo árbol donde la teje. Cuando al fin de todo se vio Graciela fríamente en el abismo cruel y vacío y tan terriblemente precipitado en saber de su cometido en bruces caídas en dar como la mísera virtud, su honra, su honestidad, y su honradez de mujer casada en el abismo frío y lleno de perdón. Y se fue por donde el alma sosegada de espantos fríos se fue de tormento y de lluvia en frenesí desatando la lluvia, el tormento, los aguaceros fríos, y por delante de la fuerza inocua desatar la furia que lleva por dentro Graciela del Rosal. Y se quitó su apellido, se quitó su honra, y su honestidad, y su virtud de mujer, cuando la lluvia y ella a filo de ese abismo de perdón decide en perdonar a Alejandro del Rosal aunque no la ame más, y un alud de tierra con lluvia desató la furia de la naturaleza y barrió con ella hasta el fondo del abismo de perdón, perdonando a su esposo, a su amante y más que todo a su único hombre, el cual, no valoró a ésa mujer llamada Graciela del Rosal. Y Graciela cayó como una flor de rosas rojas con espinas a ese abismo de perdón sucumbiendo en un sólo dolor con esas espinas en el alma y más en su propio corazón, cuando al mismo tiempo en el pueblo, Alejandro del Rosal sale de su hogar llevando rosas rojas a su amante.



FIN                                                                                                                                                              

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de junio de 2022 a las 00:02
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Un amor infiel de Alejandro del Rosal, se vio como el fuego cuando amó a ese amor infiel, pero, su esposa Graciela sólo lo perdona con tres opciones de perdón…Mi #11 de novela corta en el año 2022…Mi #99 de novelas cortas hasta el año 2022…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 16
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