ISRAEL
Llego al aeropuerto de Ben Gurión, con una maleta grande, supuestamente esperaba que alguien me recogería allí. Logro llamar por teléfono desde el aeropuerto y me dicen que llegue por mis propios medios .No tenía para mucho gasto de locomoción, individual, así que de las dos maletas que fueron las originales, al salir de mi país, una había quedado en España, en casa de amigos y otra disponía a cargar en el autobús, que me llevara, al kibutz que estaba cerca de Tel Aviv-Desconociendo hebreo, y con el inglés básico, me fue útil para llegar hasta allí y de la agencia me habían dicho que sabiendo francés no tendría ningún problema. El país es pequeño y en ese momento las rutas eran cortas, no como en la actualidad que son varias autopistas hasta de cinco carriles. En el año 1984, Israel era un país poco poblado, por la gran mayoría de inmigrantes que no sabían la lengua oficial el hebrero y el inglés era la tabla de salvación, para la gran mayoría, para poderse comunicar.
En el kibutz, si bien la agencia, había asegurado que estaba todo organizado desde España para mi llegada, de voluntaria, la coordinadora, me dijo no estar al tanto, pero igualmente me dio el alojamiento correspondiente con otras voluntarias alemanas.
Ellas hablaban, yo no entendía ni una palabra pero su cultura era bien diferente.Dejaban todo regado por el suelo .La limpieza, no era de orden, y se reían socorronamente, cuando me veían cambiarme de ropa, detrás de una puerta del ropero. Su liberalidad, en principio me asombró, ya que tenían duchas colectivas y ellas no tenían el menor pudor, de estar desnudas incluso cuando estas duchas eran mixtas. Mucho tiempo después deduje, que serían lesbianas, pero para mi, no era usual dentro del entorno saber y tampoco supe reconocerlas como tal y se dirigían con una forma muy liberal y desprejuiciada que se daba de narices, con la cabecita que yo traía de América del sur.
De entrada, me pusieron a trabajar en una fábrica de plástico por las noches ya que nunca paraba, estaba abierta la veinticuatro horas. Pero yo al salir por la mañana ,tampoco dormía a plena luz y calor de verano, para el que haya estado sabe que es intenso y muy húmedo así yo seguía para la playa, que estaba al lado. El Mediterráneo bello, azul intenso y la entrada a la playa era para los habitantes del kibutz, contiguo que eran fundamentalmente de origen sudamericano y el nuestro. Donde eran en su mayoría provenientes de Europa fría. Entrada a la playa porque es una franja rocosa, alta, como acantilados que cada tanto abrían, para hacer una entrada a la playa.La arena mas bien gruesa y muchos lugares había que tener cuidado por las rocas se extendían por el agua. Algunas quedaban en forma de piscina.
Así que poco a poco, me fui integrando más con los voluntarios brasileños o mexicanos que tenían costumbres más similares, que se alojaban en ese kibutz contiguo y que eran mayoritariamente sus fundadores sudamericanos, donde yo estaba eran en su gran mayoría de Europa y Rusia
En el kibutz, donde yo estuve, habían voluntarios españoles, pero ellos querían coger el inglés y aprovechar de aprender el idioma así, que no se detenían mucho conmigo a hablar español….Salvo Pedro que llegó más tarde y entablaríamos una linda amistad. El voluntariado, consistía en trabajar seis horas a cambio de casa y comida y algunos implementos básicos de baño y tocador.
Al quinto día, mi aceleración, con las pocas horas de sueño que tenía, se iban notando, y alguien creo que fue un voluntario inglés , me dijo: que no podía estar más de tres noches seguidas trabajando en la fábrica.
Así que hice los reclamos pertinentes, con la organizadora, que fueron atendidos, lo que me significó, un cambio de horario a estar en la cocina del comedor que era para todos, en general, muy pocos cocinaban en sus casas, o estaba la posibiliad de llegar al comedor con sus viandas y llevarlas a su casa. Estaban las nurseries para los bebes, jardines para los niños. Incluso en un primer momento me contaron que los niños dormían en el mismo lugar donde estaban durante el día, para que los padres pudieran descansar. Además contaban con un pequeño almacén, una policlínica, un residencial para los más ancianos que no se valían por sí solos. También contaba con una sala de proyecciones y teatro. Era mucho el trabajo que se hacía durante el día-Los chicos que se conocían desde pequeños, cuando se ennoviaban, les proporcionaban una casita, Pasando a las casas de los adolescentes.O sea que perfectamente integraban la familia, pero también su independencia de estudiar y tener otras responsabilidades. La comida era realizada en una cocina comunitaria, por grandes cantidades, habían maquinas para pelar las patatas, retirarles la cascara. Y una maquina donde cuando cada uno terminaba de comer ponía sus implementos allí y salían relucientes lavados. Contiguo a la cocina, había una pequeña sala donde se podía rebanar el pan de molde. Un gran comedor, con ventiladores de techo, el régimen de comidas era de autoservicio, Se podía saborear una comida que tampoco era de mi gusto, no era a la, que estaba habituada , otras costumbres. Los shabat, se ponían manteles blancos y entre los habitantes del kibutz y voluntarios servíamos la cena. Esta era especial por lo general se dejaba marinar trozos de pollo que eran horneados y servidos con patatas y otras verduras.
Pero poco a poco le fui tomando el gusto, el desayuno era parecido a la cena, y lo que variaba más, era el almuerzo, luego quedaba poca gente, en la cocina porque a la noche se servía un tipo de comida menos elaborada-
Así que al mismo tiempo, el otro trabajo complementario era el de limpiar los baños que tenían debajo de cada módulo, colectivo para los voluntarios.
Veía como se habían formado parejas sobre todo de mujeres, escandinavas voluntarias y nativos del kibutz. Ellas pasaban a vivir, en su casa y la verdad que tenían otras comodidades.
Yo no me sentía, muy a gusto de compartir habitación con las chicas, ya que ellas algunas noches, también hacían pasar a dormir a sus amigos…que estaban alojados en otros kibutz…
Si bien solo creo que compartían cama nada más, si no me hubiera despertado como solía hacerlo con la novia del argentino que le alquilaba, la habitación en Barcelona.
Un buen día de esos soleados como los hay, me dispuse a lavar mi ropa blanca y extenderla, a que se secara arriba de los krategos. Cuando llegó la tardecita, y quise recogerla había desaparecido, ahí entré a preguntar en la lavandería, donde también se podía lavar la ropa y se lavaba también la ropa de cama, si alguien había visto mi ropa.
Me dijeron, que Rami, las había recogido que estaba a unas casitas cerca, ya no del mejor humor, pregunté donde era y de una me encontré con un señor joven, pero que parecía mayor con una gran barba y anteojos de bastante aumento, amablemente me dijo que pasara, que él había recogido la ropa porque podían algunos animales, como perros ensuciarla. Mi ropa blanca, estaba perfectamente doblada y me invitó a tomar café “shajor,” que es el café negro o como es más conocido como turco o armenio, Según los lugares, es perfumado y poco a poco se fue dando una amistad. El era de origen italiano, así que practicaba italiano, además del inglés y le gustaba platicar con el básico italiano mío, de la secundaria, fueron dos años, pero siempre me gustaron los idiomas, así que era otra forma más amena de comunicarnos y sin más, siempre también graciosa..
Tuve la impresión de que era la protagonista de una película, que estaba sucediendo a cada momento, no todos eran dulces ni fáciles…La cocina del hotel, pertenecientemente al kibutz, me esperaría, como otro trabajo más que le llamaban el submarino, porque ahí era todo, tan grande que se lavaban las asaderas y ollas con mangueras muchos usaban botas, yo mis clásicas chinelas de goma. Allí estando en la cocina, me relacioné con el jefe de cocina, que era marroquí por fin alguien, con quien me comunicara, sin pensar, ya que mi francés de la alianza francesa era hasta el grado de traducción, así que me facilitó y enterneció encontrar a alguien, que si bien podría ser mi padre por edad y tamaño, no dudó en convidarme con un dulce, una vez que me vio triste llorisqueando y extrañando….
El vivía en Natania y fuimos a una heladería donde disfruté de una gran copa helada .Digamos que el final , no fue del todo concensuado, en ese momento no me negué, porque todavía solo existía el riesgo de quedar embarazada y yo tenía colocado un diu ,un dispositvo intravaginal.
Me acomodé dentro de lo que pude y me regresó al kibutz con mis compañeras de cuarto… Natania, era un ciudad cercana y la gran mayoría , hablan francés, así que para mi era un paraíso, hacíamos auto –stop, para ir hasta allí para salir y bailar en esa linda ciudad por las noches.
Me hice de amigas voluntarias francesas, que tenían más mi onda.
En la cocina del hotel, que pertenecía también al kibutz, conocí a
Vida , una joven mujer turca que hablaba ladino, el idioma que hablaba mi abuelo, que es el español antiguo, con el que rápidamente congeneamos. Aprendí la presentación y elaboración de los platos. Ella era la encargada de las ensaladas, los humus y los quesos, ahí aprendí mucho incluso a decorar con tomates en forma de rosa. Me sentía más a gusto, el olor era agradable y fresco había aire acondicionado en el comedor del guest house. Las jornadas terminaban temprano y con el olor del suelo fresco recién lavado de la cocina .
Del lado de en frente habían señoras mayores que se dedicaban hacer tartas dulces para la cafetería, del hotel.Allí empezó mi mejor parte, cuando al saber varios idiomas quedé fija en la cafetería. Fresca porque había aire acondicionado y sirviendo las mesas, un lujo y altamente envidiada, por otros voluntarios, que seguían, en las tareas que yo ya había realizado. Este ,kibutz, tenía un centro de estudios para extranjeros interesados en el sistema de riego gota a gota. Así, que fueron varios los grupos de latinos que venían a estudiar allí y también les realizaban paseos a los que era invitada .Por algunos días, me sentía una reina, en hoteles cinco estrellas y recorriendo un país que es hermoso, desde sus desiertos, al lugar más bajo de la tierra donde se tapan los oídos para llegar al mar muerto, a las colinas del Golán y todo el ensamblaje de los lugares santos, de las más grandes religiones judeo- cristiana.
Ahí al compás , del merengue , salsa y chá.chá, podía bailar en la disco que también tenía el guest house, los viernes, con una gran bola de luces en el techo que giraba ,decoración, que reinaba en los ochentas.
La semana empieza en domingo y el viernes desde la tarde al sábado con la primera estrella se celebra el shabat.
Para los no religiosos es la oportunidad de salir y bailar.
Si hay algo que siempre que me gustó es bailar, desde pequeña empecé por el clásico hasta casi una profesional, pero mi inconsistencia psíquica, a los diecisiete años, no era lo suficientemente madura para abordar el grupo de gente, que por lo general es muy receloso: por tan solo por comer un sandwich delante de una compañera, que quizás, en todo el día, comiese una lechuga, para mantenerse delgada. El ballet, es indudablemente para personas fuertes de espíritu de carácter y de genética delgada, esta última sin problemas para mí, pero no fue suficiente, pasé un duelo de dos años cuando lo abandoné. Porque no podía ver, ballet, sin que se me llenaran los ojos de lágrimas.
Me fui un poco del tema, retomando el hilo de que estaba en Israel conociendo gente y lugares hermosos apareció nuevamente en escena, Rami, el que se apiada de mi, se da cuenta de la incomodidad , que pasaba de compartir habitación con las otras voluntarias y el desorden que me invita a que me quedara en su casita.
El era un hombre solo, muy culto, tenía su familia que veía de vez en cuando en fiestas, pero vivían en otros kibutz.
Rami, me consentía con todo lo que yo demandaba que eran cremas y yogures, que traía, llenando la nevera.El más que nada se divertía con mi forma de ser y me llamaba,” Pinochio” , porque si bien él tenía un interés más físico, nunca fue concretado A mi eso me parecía ideal, porque yo hacía lo que quería y seguía conociendo gente, incluso en uno de los paseos a Belén ,entré a una joyería y el empleado árabe que hablaba perfecto francés, porque había vivido en Francia. El cual, fue mi novio durante algún tiempo, conocí la vida de ellos sus fiestas, bailes en Jerusalén, y su trato era muy caballeresco, y quería que yo me fuera a vivir a Belén, que tendría una paga por ser mesera, de un restorán, de una señora amiga y que me daría alojamiento en un cuarto detrás, del restaurtante. Llegué a verlo, él me decía que allí tendría un salario y no como en el kibutz, que era por casa y comida a cambio del trabajo….
El lugar no me convenció y me dio un poco de miedo, estar en ese cuartito sola, vaya saber que podía suceder, así que la relación continuó un tiempo más .Me llamaba por teléfono y Rami me decía que me había llamado mi novio, yo me reía, pero no duró mucho tiempo más. El creyó que era por un tema de religión, pero nada más alejado, yo era joven y las relaciones a esa edad duran poco, además yo seguía enamorada del novio que había dejado en Montevideo, al que le seguía escribiendo cartas, que luego conviví me casé y tuve una hija años más tarde, como hacíamos las jóvenes por aquella época y yo si algo quería era ser madre desde pequeña.
Tenía una libreta donde dibujaba mi vestido de novia, con una capelina y decía hasta tal edad espero y si no igualmente tengo un hijo sola.
- Autor: rosi12 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de junio de 2022 a las 08:21
- Comentario del autor sobre el poema: Todos los textos tienen derecho de autor están registrados, Buen sábado para los amigos del sitio web saludos
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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