Era Lunes y verano.

Era un lunes por la mañana
y las sabanas pesaban
como cinco toneladas.

La luz del sol se filtraba
a través de las persianas,
y el aire estaba cargado
con el olor a café y tostadas.

En la calle, los coches
pasaban deprisa,
y el mundo parecía
moverse a un ritmo acelerado.

Pero en mi cuarto, todo estaba
en silencio, y el tiempo
parecía haberse parado.

Me quedé allí, en la cama,
mientras el día se esfumaba
poco a poco,
hasta que finalmente
me quedé dormido.

Me quedé dormido
aunque el sol me diera en la cara,
aunque los coches siguieran pasando
deprisa por la calle.

Me quedé dormido
y el mundo siguió moviéndose
sin mí.

En mis sueños 
todo estaba en calma,
y el tiempo
no se movía.

Soñé que flotaba
en un mar de azul,
mientras las olas
suavemente me mecían.

Soñé que volaba
entre las nubes,
libre de todo peso.

Soñé que era libre,
y en mis sueños
todo era posible.

Y mientras soñaba
se me hicieron las ocho,
luego las diez,
y finalmente las doce.

Ya no olía a café ni pan
y el cansancio se mezcló
con el calor pesado
que solo tiene verano.

Una comida en ese momento
pudiera considerarse
desayunar, comer o cenar

Ya no era lunes por la mañana
más bien lunes por la tarde,
o quizás lunes por la noche.

Entonces necesitaba una ducha
Un café, una tostada
Y por sobre todas las cosas
necesitaba otra siesta.