Definiéndola

Quisiera definirla así de libre,

con sus ojos de vista elevada al viento,

como de sonoridad que no vibre

enredado entre las brisas de este sentimiento. 

Pero usted se preguntará sin embargo:

¿qué sentido tiene de que yo la defina, 

si ni de mis palabras me hago cargo, 

cuando su mirada se pierde en mi retina? 

Vamos por parte

que quizá ya no habrá futuro;

quisiera decirle que en su belleza de arte

no hay nada que pueda ser seguro. 

Mis ojos la deletrean sin más, 

con su figura ondulante al viento, 

ahogando mis penas al compás 

de este poema mi pensamiento. 

Quizá me falten las palabras algún día 

para definir tan solo un centímetro de su piel, 

pero tenga en cuenta que esta melancolía 

de entre versos halla su timonel. 

La defino de forma lujuriosa, 

con su silueta al borde de la Luna, 

como mera rima de poesía furiosa, 

danzando sin descaro ni cordura. 

Podría extenderme hasta el infinito

como ese universo eterno de su ser, 

mas, veo que mi tiempo no es tan finito, 

cuando me falta de su figura por conocer. 

Me gustaría definirla también, 

como el vapor de un café en dulzura, 

que se eleva ansiosa sin desdén 

llevando de sí los sabores a mi locura. 

Pero quizá alguna vez me halle perdido

definiéndola así, sin sentido en mi poema;

tenga en cuenta, sin embargo, que ya me he hundido

entre los versos de mi complicado dilema. 

Quizá me pierda al momento de definirla, 

como si hallara tiempo en usted, 

pero la vida hay que vivirla, 

como yo, que la he puesto a su merced.