La pluma que aterrizaba mi caída
ha terminado su descenso;
se ha encontrado con lluvias intensas,
soles abrazadores,
tiempos solamente muertos
y ha visto mucho de la tierra.
Ululaba el viento con promesas,
se mecía impetuoso y encadenado
en ciertas palabras.
Pero se desató en tragedia,
visitó lugares inesperados
y de miedo se perdió.
Vagó tanto tiempo
que ya ni recordaba,
dejo atrás brisas y llantos.
Sin importar si alejaban
o acercaban;
siquiera sabía cuál era tal.
En tiempos duros
simplemente se dobló,
en un cabizbajo gesto
se asentó.
Incluso las adversidades
dejaron de importar,
dilatándose sin sentido
algún espacio se formó,
bien debajo.
Ya no hay nada.
Ni lo que determina,
ni lo que detiene.
Solo una voluntad avezada
y algunos clamores en la distancia.
Pero,
¿quién quisiera más que eso?
La tierra siempre será fértil,
aunque desde lo alto se vea resuelta;
siempre termina incierta.
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