Amagaban los galgos
entre la ensoñación canicular
y el roído hueso
que hace regurgitar el hambre.
Y los galgos
corrían por mis venas
como risueños torrentes.
Después apenas queda el hambre
como otro invierno y sus astillas.
Hay una canción de vida y muerte
cuando el viento viene y va
atravesando puertas y ventanas,
de labio a labio,
hasta llegar al mar
y morir en la eternidad de sus orillas.
Su perenne tristeza,
mueve a un llanto cálido.
Entre nosotros aún ha de pasar la noche,
y cada noche es una estrella con la luz en voz baja,
confundida en un aguacero de luciérnagas,
aún ha de quemarse la luna
bajo los soportales,
y cargarse de nubes el cielo quejumbroso
para que las lluvias nos lleven
más lejos de estos cerros,
allí donde los ríos terminan
bajo las arenas de playas derrotadas,
donde, entre el humo de las nieblas,
se borra cualquier horizonte
y nuestros pies cansados
imaginan el día ya vencido.
A ese lugar donde las ramas de los árboles
desnudan de su piel los bosques,
y a donde hay balcones detrás de los armarios.
Nuestras bocas se humedecen
con cada palabra de ese aroma
a besos escritos en cursiva,
y, entonces, presumimos que el amor existe,
y es inmortal.
- Autor: Gonvedo ( Offline)
- Publicado: 25 de junio de 2022 a las 12:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: Ben-., Texi, ZMRS, David Arthur
Comentarios1
.......Nuestras bocas se humedecen
con cada palabra de ese aroma
a besos escritos en cursiva,
y, entonces, presumimos que el amor existe,
y es inmortal...........un abrazo de mi amistad José Ramón
David
Agradezco tu paso, amigo, así como tus amables impresiones.
Un fuerte abrazo, amigo David.
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