Creé para él un mundo nuevo. Cielos verdes, frutas prohibidas y mares frondosos donde yaciera su soledad llena de gentes.
Armé con mansa dermis una pléyade cóncava para que durmiese despierto y nunca cesara de escuchar de mí,su nombre...
Hojas de vida, trofeos, lecciones y dialécticas vertidas de mis labios, besaron sus falsos temores y nunca dejé de pronunciar su nombre...
Otras comisuras murmuraron al inconsciente la íntima felonía de una prematura estrella inerte, pero ni aún entonces omití pronunciar su nombre...
Su mundo le olvidó; su cielo se azuló y el faro se apagó.
Lo que no tiene nombre, tampoco tiene dueño.
Yamel Murillo
Des-membranzas
Tejados de zinc ©
D.R. 2019
- Autor: Yamel Murillo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de junio de 2022 a las 03:09
- Categoría: Triste
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: José Domingo, Yamel Murillo
Comentarios2
Tu poema es triunfal y triste a la vez. es el amor siendo belleza y oscuridad
Exacto lo que nos encadena en plena libertad.
Gracias por compartirme tus impresiones. Bienvenido.
Gracias amiga🙋🏻♂️
Sin embargo, la rueda continúa girando,
Cariños amiga
Infinitamente, inexorablemente, irremediablemente Eduardo. Un abrazo y un gusto saber de ti de nuevo. Gracias por pasar.
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