Desde el fondo de su ser brotaron muertas
todas aquellas mariposas necias
que se aferraban a vivir por él.
Ya no era sangre lo que había en sus venas,
era su ayer diluido en las constantes penas
lo que exudaba su marchita piel.
Una tras otra entraron en su cuerpo
píldoras de dolor. Creyeron que había muerto,
presa indefensa ante el naufragio aquél.
Y aunque la Muerte entonces visitarle quiso,
al verla desmayada sobre el piso,
ni Ella misma quiso ser tan cruel.
Le susurró despacio palabras bondadosas,
le recordó que aún frescas se veían las rosas
y que era injusto seguir siendo fiel.
A un ser de hielo, sin alma, sin sentidos,
de esos que fingen ante desconocidos,
pero a tu lado solo son de hiel.
Le dijo espera, la rueda está inconclusa,
de otro poeta aún puedes ser la musa,
en otro cáliz aún existe miel.
Para tu oído, tu ser y tu anhelo escondido,
porque el destino aún no está decidido
…y no ha empezado, ni termina en él.
- Autor: Josephine Barrett (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de julio de 2022 a las 13:31
- Categoría: Triste
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Rafael Huertes Lacalle
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