Amor perruno y humano entre los dos

Anne Black

Blanco como la nieve, tus rulos hermosos; no mides mas de treinta y cinco centímetros, cuarenta a lo mucho, tu nariz negra y cálida... con ojos marrones y una mirada que expresa tanto y genera un enamoramiento perruno y humano entre los dos. El silencio es bello cuando tu alma habla a través de un lengüetazo, tu presencia en el momento justo, cuando caigo después de un golpe cura cualquier herida y de paso roba una risa.

Mi viejo amigo, cuántos años juntos... ¿doce tal vez? Sí, doce hermosos años juntos sin despegarnos del uno y el otro, cuánta historia guardada en el corazón, cuánto amor dado.

Ahora tus ojos de a poco pasan de marrones a blancos, el pelo ya no crece con la misma rapidez, los dientes comienzan a caer uno por uno, tus pasos cada vez mas lentos; ahora prefieres pasar mas tiempo acostado. Los años están reflejándose, lo veo en tu carita, ya no toleras que se te acerquen demasiado, te has vuelto mas cascarrabias, en la calle pides que te alce; te cansas fácilmente y dejas de caminar. Pocas veces se te escucha ladrar y pocas veces te veo en el patio haciendo guardia o simplemente observando el barrio, y rara vez también te veo jugar con otros perros, aunque, nunca has sido el mas sociable; - ¡ja! Creo que eso es culpa mía, ya que el parentesco es obvio. Y ahora que lo pienso, tu carácter se parece al mío, no somos muy tolerantes que digamos y sin embargo tu cariño no ha cambiado, sigues brindándome todo lo que eres y eso es un regalo único, y yo intento devolverte tanto amor de igual forma, y créeme que verte o sentir tus patitas asomándose despacito a la puerta de la habitación, o de la cocina, o por dónde fuere, me genera alegría y me transmite tranquilidad porque es una señal de que aún estas para mi, y me devuelve a la realidad el solo verte entrar y acostarte precisamente al lado mío, para que te mime, te cante o te hable de cuánto te amo... y entonces en ese momento cierras tus ojitos, me abrazas como puedes con la pata derecha, te abrazo y nos dormimos acompañados y felices.

 

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  • Autor: Anne Black (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de julio de 2022 a las 08:10
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 32
  • Usuarios favoritos de este poema: Lualpri
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Comentarios1

  • Lualpri

    Esos momentos no se borrarán nunca de tu memoria!
    Hermosas tus letras porque contienen amor en demasía.
    Me han transportado a mi infancia.
    El primero que tuve lo llamé Tom, un petizo de pelaje negro largo y brilloso. Después llegó Pinki. Era de raza perro ( ja!) de color blanco, enrulado y corta talla. Pasó el tiempo y al cumplir mis 8 años, terminada mi fiestita y ya siendo de noche, desde mi jardín vi al vagabundo hermoso y repleto de hambruna, al que lo compré con un gran pedazo de torta. Creo que lo amé más que a ninguno. Mis padres ya no querían más perros por el dolor que causaba sus pérdidas y menos aún siendo un loco callejero... Jajaja pero éste muchachito perruno a partir de ahí, no se movió más de la vereda y a su vez, se transformó en el guardián absoluto de la casa y sus habitantes, o sea mi familia y yo. Como no permitia el paso de la gente, mis padres decidieron permitir su entrada, primero sólo adelante, o sea, se quedaba en ambos jardines, cosa que no duró mucho porque al poco tiempo ganó la casa completa. No sé cuándo ni porque, un buen día no estaba más y no lo volví a ver. El último fue Tony, un caniche cachorro, mediano, de color marrón que había comprado un tío que estaba de paso por Bs. As., recidente en Cipolletti, Pcia. de Río Negro y al que supuestamente le regalaría a mi prima, pero resultó que en el ferrocarril Roca, que iba al sur, no se lo permitieron llevar y de ahí que Tony pasó a ser nuestro. Era incorregible, cuando ganaba la calle, agachaba la cabeza y a olvidarse de que hiciera caso. Toda una odisea para atraparlo. Así por algunos años, hasta que en otro de los tantos días que se escapó, cruzó la calle a mil y un auto le pegó una fuerte revolcada. Se asustó por unos cuantos días y ni se asomaba al jardín pero luego se olvidó y volvió a las andanzas.
    Junto con el primero, o sea con Tom, teníamos a Perlita, una gata que cada tanto se marchaba a tener sus amoríos por allí, la embarazaban y cuando tenía su cría qué no eran menos de cinco o seis, los llevaba desde su cama que tenía en el galpón, hasta una estantería casera con cortina de frente, que había construido mi padre en una de las piezas, para poner ropa. Debido a ello y como mis hermanas y mi madre les tenían impresión a los miyunos por ser recién nacidos, me llamaban a mi para que los retorne tantas veces como era necesario, a su habitáculo en el mencionado galpón.
    También tuvimos pájaros, tortugas y un loro qué era una risa.
    En fin, se hizo largo el relato. Perdóname.
    Te mando un fuerte abrazo y por favor no estés triste.
    Cuidate mucho! 🌸



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