Me subí al tren en hora punta y tras recorrer varios vagones buscando asiento, encontré uno vacío a su lado. Ella no tardó en darse cuenta de la situación y me invitó a sentarme haciéndome un gesto con la mano. Nada más ponernos en marcha, comenzó a hablarme y sus primeras palabras me dejaron paralizado. Sin abrir la boca para no interrumpirla, la escuchaba embobado sin preguntarme siquiera si lo que me estaba contando era cierto o no.
Ella hablaba y hablaba y yo asentía con la cabeza cada vez que hacía una pausa. Mi estupefacción inicial fue dando paso a la emoción a medida que avanzaba en su discurso. Dos estaciones más adelante se levantó para bajarse y entonces caí en la cuenta de que no había entendido nada de lo que me había contado porque desconocía su idioma, pero había tanta magia en aquella hipnótica lengua materializada por aquella voz que se le escapaba entre los dientes como tallada por un escultor griego, que maldije mi incapacidad para pedirle que me siguiera hablando hasta la estación postrera.
- Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de agosto de 2022 a las 00:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
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