Habíamos padecido por la verdad,
La belleza nos consumió,
Nuestro coloquio fue en el calvario,
Y nuestras miradas se cuartearon,
Me acerqué en silencio y en soledad,
Mientras tu corazón dentro del féretro,
Desgarrado y tiznado,
Cubierto del manto de un pájaro muerto,
A ti, que te vi despojado,
En tu zaguero en la marcha final,
No quedó rastro en el nido,
Como pájaros que se quedan,
En medio de una tormenta corpulenta,
Vuelvo y me marchito,
Vivo y me despecho,
Me arranco el pescuezo.
Y la yedra cubre mi gélido pecho,
Así, bajo esa misma noche,
En aquella tierra fría,
Nuestros nombres quedaron,
En el olvido de este entierro.
Comentarios2
Bello poema aunque el olvido sea el motor de la pluma .Precioso lenguaje poético.
Aplausos.
Tétrico
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