Fusilado el trigo:
el espanto crecido.
Vuela el hambre
sobre el hombre,
que no le encuentra sentido.
La sequía inunda ríos,
el sol pesa con más motivos
y el dolor seco de mil gargantas
no puede llorar tan lejos del frío.
La hierba no canta,
la vida se esconde…
…o muere…
…o quizás ya no tenga sentido.
Lo imposible, lo improbable,
lo quimérico, lo inviable,
se ha amontonado despacio
para robarnos lo poco que queda:
el aire, los sueños y la más pura
ternura de nuestros besos.
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