Mis huesos se vistieron
de riguroso pálido. Igual
que ofrendas o sarcófagos
inundados, ríos, miles de ellos.
Investidos por la autoridad
que convoca su desnuda fugacidad,
mis huesos, en sus aposentos suaves,
desvelaron la materia carnosa, como
en un guante. La luna instaba sus visiones:
pálidos decretos y sombras sin tirantes.
Mis huesos eran para el frío, elemento
indispensable, taciturno sendero, seco
campo de gladiolos muertos.
En aquellos atuendos, mis huesos,
revelaron sus matices: cuerdas de antaño
y rosas maternales. Oh, cómo fui creciendo
sin tamaño, hoja envoltorio, urna cineraria
y múltiple! Estéril matriz, cuerpo rojizo y solo!
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 13 de agosto de 2022 a las 01:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: JoseAn100, Tommy Duque, Hugo Emilio Ocanto, Alexandra L
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