¿Sabes cuantas historias y personas pasan desde el portal a la última parada? La respuesta es insatisfactoria e infinita, sin importar desde que punto de vista se denote. Las vigas de 2/4 y la vagoneta que guía el maquinista pasan más lento que todo lo que transporta a diario, incluso quienes hicieron de esa rutina una segunda casa antes de llegar a la tercera, no se percatan que su vida no toma parada del mismo, simplemente ahí sigue viajando, y allí mismo les espera cual fiel amante; desde donde sale el sol, hasta el ocaso.
A veces, abusamos de esos brotes de realidad que parecen una ficción de una loca fantasía: ese cacharro de acero y plástico lleva encuentros sexuales furtivos y prohibidos, amores verdaderos de corta vista, encuentros pesados en días ligeros, sueños de noche en días de vela, tragedias que se esconden en máscaras opacas o brotes de alegría que deben ser reprimidos en medio de la masa de caras monstruosas y olores corpóreos que exudan hechos que ni al propio portador importan, ideas estúpidas que rondan en la muerte o en una acción que cambiará algunas vidas para siempre, enfermos de alma y de mente, tantas conversaciones, chismes y perjurios... Tantas cosas que se quedan empotradas en las sillas y las barras de dicho habitáculo donde a diario se sientan unos de muchos y todos en la misma nada que piensa en todo... Es un viaje demasiado largo, uno donde todo pasa, como las estaciones del recorrido.
Así mismo, nunca nos damos cuenta, hasta que se acerca la hora de tomar nuestro último boleto, que toda la vida tuvimos la rutina de ver caras que se pierden en nuestros recuerdos, gentes que amamos en segundos y que odiamos desde un minuto a siempre; que mil sentimientos hacen siempre los viajes en esos vagones eternos y pesarosos, que nosotros tendremos que tomar ese expreso, desde el portal a la estación final, con la pesadez de aceptar que se han acabado las horas de ser quien espera en el andén de la estación, para comprender, por primera y única vez, realmente que y quien va a ser el pasajero que existirá como imagen borrosa de todo ser vivo y cuyo viaje por la tenida de acero inició con aquella cuestión de saber cuantas personas y cuantas historias hacen transbordo, o se quedan para siempre en un pequeño espacio, en uno de tantos sillones de plástico y barrotes de acero del tren; donde te perderás en algo más del mismo, algo más que se unirá a la cuestión inicial: otro número más que pasó y se ha de ignorar.
- Autor: Valentin Von Harnicsh ( Offline)
- Publicado: 17 de agosto de 2022 a las 17:24
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 20
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.