He visto al molino quieto
resignado a ser recuerdo.
Lo he sentido silencioso
contagiando al campo abierto.
Sus ventanas eran ojos
atrancados por el tiempo
y sus brazos temblorosos
esperan que sople el viento.
Es un castillo gigante
montado sobre un otero,
vanidoso y desafiante
con los falsos caballeros.
He visto al molino muerto
erguido como un espectro.
Es parte del horizonte
para el que mira de lejos.
En sus entrañas el hambre
le devora el pensamiento.
No queda trigo en su muela
y ni hay harina en su infierno.
Su esencia se desmorona
haciendo añicos su cuerpo,
el que antaño daba vida
a los campos de Toledo.
He visto al molino viejo
en el ocaso del tiempo.
El labrador se ha marchado
y ya no sube ni a verlo.
¿Qué piensa el molino anciano?
¿Qué le queda en sus adentros?
Yo le respondo tajante,
por si me escucha en silencio,
que él ha sido el estandarte,
con aspas a barlovento,
de la musa de Cervantes
y de Toledo, su viento.
He visto al molino triste
por no tener desempeño.
Está dormido en el monte
habiendo perdido el sueño
de trabajar con el trigo
para hacer el pan del pueblo.
De semillas olvidadas
caídas del posadero
germinan rubias espigas
de trigo blanco y centeno
que desempolvan el alma
del triste molino viejo.
- Autor: RICARDO V ( Offline)
- Publicado: 29 de agosto de 2022 a las 14:24
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Martín, Willie Moreno, Aliscrist ✨
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