Quien se acomoda en las mesas
pierde el glamur de las aceras
por capricho del dinero
y por ostentación del “qué dirán”.
He mordido el polvo que pisé,
levantándome sin gracia
con las rodillas oxidadas,
con las uñas medio rotas.
Pasear solo, era mi estilo
mi constante y mi sino
alimentando el odio sin sentido
con semblante pervertido.
Probé la miel,
sin permiso.
No soy abeja,
pero la reina es mía.
- Autor: Eclectic.Kid (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de agosto de 2022 a las 04:40
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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