Una mirada

Jose Honorio Martínez Ochoa

Veo cada mañana las formas del amanecer, una mirada recompuesta.

Desde la fronda azul las tazas del café.

La figura otoñal versa en las pupilas; enciende en la rama

la creíble libertad.

 

La apología de los gestos, el mundo, el agua,

tu mirada oculta en el tallo transparente, deslumbra desde la imaginación.

 

El heroísmo de los cuentos, desentraña la bondad del esplendor,

la turbulencia entre mi ser es un reflejo del dominio de la luz sobre el corazón,

la vasta sed es un mundo seducido por la elocuencia de un limón,

el amor dentro de la interminable mancha del cielo invernizo.

Se distingue la señal constelada del perfume, floración purísima en tus ojos,

expresión frugal cargada de follajes astillados,

caricia al margen del deseo, agua inmóvil y secreta.

 

Desde la mañana viva una nube entreabierta nos abraza,

en tu mirada, los resplandores gruesos de diciembre, sombras de la exclamación del árbol.

Se derriba la expresión sonámbula en el crepúsculo recostado en la mirada escéptica.

 

Desde el surco esponjoso, macollas de raíces, circunstancia en la hojarasca.

Gotas de rocío en la atmósfera interna, menesteres del verano,

floración del cristal como efecto de su naturaleza.

 

El café se bebe desde mi cuarto, se deslizan los ojos con los mitos

que adopta la apariencia doméstica,

chisporrotea la transparencia de las hojas,

fragmentos de la libertad del beso,

follajes en el alma, espacio obstinado en el largo instante de la hierba.

Gota de soberbia en el confín ligero, jirón del fuego de los labios,

azul redondo de tu pecho, sábanas en el espeso fondo de los años.

 

En la orilla de la sombra gime el ala de la distancia y la felicidad,

una pálida sonrisa se enreda en la reciproca mirada.

 

Me dibujo en tu caudal con la greda de un galope,

escribo en tu boca la caricia que he rozado con la postergación elemental de la ceremonia,

desciendo a la epicúrea ondulación de agua,

me detengo en el espacio donde corre un peculio de ojos bondadosos, húmedos,

mordidos por el sol y el agua exprimida de una alucinada sustancia de mi sueño.

 

 

 

 

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