Dos zafiros que ciegan la pupila
son los ojos azules de mi esposa
y lucen un fulgor que me encandila
como en su vuelo azul la mariposa.
En su mirada cuando el sol titila
se muestra una caricia luminosa
de seda como un manto de Manila
bordando el terciopelo de una rosa.
Y cuando están abiertos a la brisa
serán el elixir de una sonrisa
que bebo con la gracia milagrosa.
Y si al cerrarlos mi mirada gime
me llevaré hasta Dios lo más sublime:
su mirada radiante que reposa.
SafeCreative
Comentarios1
Muy bonito soneto de amor conyugal.
Dulce, muyyyyy dulce.
¡Salud!
Muchas gracias Miguel Ángel
saludos cordiales
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