Varada en la inseguridad,
arañando la sal de sus piernas,
escuché que una costa enamorada no devuelve el barco.
Dulzura de zamba,
ardor de tango.
La poesía también estaba de su lado.
Así que me dejó un verso rumiado y a medio enterrar;
la boca llena de erres,
el cuerpo deshuesado,
abrazada a su nombre,
suplicando el naufragio.
- Autor: Caramelo de Ricina (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2022 a las 12:41
- Categoría: Amor
- Lecturas: 45
- Usuarios favoritos de este poema: Caramelo de Ricina, Tommy Duque, Haz Ámbar, alicia perez hernandez
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