Tan rico el aroma de mi pieza,
Cuál mora a la sombra de un verano,
A la orilla del canal,
Nardo en flor, naranjal profundo en la lejanía con rayos en su superficie e intacta tierra húmeda de su regazo...
Iracuanda la agonía
Absoluta de desidia...y música acompasando corazones polvorientos...
Tambores con tarros de leche...
Acentos constantes bajo las nubes y el viento...
Y abajo...mojados sin saberlo los peces...
Reunidos al Vaivén de sus colas...
Sorprendidos por la sutileza vibratoria...
De todas las ramas nadadoras...
De la piedra que acaricia tímpanos
Golpeando una y otra,
Vez contra otra,
Gorda e inmutable entre el barro y el musgo,
Que son la atmósfera ligera
El telón del cada obra
Que no puede ser contada
En honor a las horas,
A mis pies sobre la pradera
A los ojos de mi alma
Que llora renacuajos y lama
Para vibrar una vez más...
- Autor: No (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de septiembre de 2022 a las 11:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 32
- Usuarios favoritos de este poema: Texi, alicia perez hernandez
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