Yo te vi recorrer el dulce prado,
caminando por entre los rosales
y alzando tu mirada al horizonte.
Sí, lo recuerdo y te recuerdo a ti:
eras el gran fulgor con que soñaba
durante aquellas noches de penumbra,
cuando la oscuridad me daba miedo
y un abismo de muerte me envolvía;
cuando pensaba en monstruos acechantes
de los que nadie me podría salvar.
Te recuerdo, recuerdo tu fulgor:
¡Tus ojos eran mi único cobijo!
Y ese día, entre los árboles antiguos,
perdido en el jardín de mi conciencia,
busqué por todas partes tu sonrisa
y tus bellas palabras de esperanza
que enmudecían a todos los pesares;
pero no las hallé en ningún lugar.
No, jamás encontré tu enorme magia,
ese esplendor que, sin saberlo, dabas.
Pude hallar tu mirada preocupada
que buscaba en el cielo alguna cosa;
pude ver el cansancio y la tristeza
acechándote desde la penumbra,
igual que a mí en las tenebrosas noches.
Y estabas compartiendo tu terror
con otro ser que nunca conocí:
él te escuchaba y comprendía con calma,
y apoyabas tu cuerpo en su regazo,
dando muchos suspiros, y llorando.
Sentí la herida como si una espada
se estuviera clavando en mi garganta.
¡Imbécil!, yo me dije, ¿Qué pensaste…?
Y odié mi tonta ingenuidad de niño;
porque creí que los cuentos eran reales,
y alguna vez pensé que yo podría…
¡Ah, qué terrible engaño, qué delirio!
- Autor: DiegoP067 ( Offline)
- Publicado: 24 de septiembre de 2022 a las 21:39
- Comentario del autor sobre el poema: Decidí, nuevamente, hacer este poema no rimado, para así practicar mejor con los ritmos. En él se cuenta una experiencia personal, y no traté de generalizar de ninguna forma. Cualquier sugerencia la agradecería.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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