Dejan los niños
la risa en los rincones
y en donde juegan.
Dejan los padres
miradas sin reproche,
con regocijo.
Deja la pluma
la tinta del poeta
formando versos.
Deja el susurro
del alma enamorada
que ansía vida.
Deja la rosa
el beso que ha robado
a las estrellas.
Deja, en el labio,
el beso tembloroso
que le han prestado.
Deja que busquen
tus manos a la mano
que tienes lejos.
Deja que, entonces,
se unan los latidos
enamorados.
Déjalo todo,
no temas corazón,
y ama sin miedo.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/22
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 29 de septiembre de 2022 a las 06:37
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Francisco Villa
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