El viento descose mi carne,
dejando mis restos a campo abierto,
contemplando el sol en lo alto,
despierto, sin murallas que aprisionan el pensamiento,
como el niño cubierto de brisa,
me arropo con el aroma del prado,
vestido de escarcha, entre lirios y rosas.
El viento, me lleva hasta el río,
donde soy libre y canto,
a la luz de la luna, sin noche, sin espanto,
estrujando los huesos,
contra el eco de mi alma,
y las flores sin lágrimas,
las que abrazo y beso
mientras renazco en tu pecho.
El viento, me trae el roció,
que enciende el fuego
de tus labios húmedos, alrededor de mi cuerpo,
donde me embriago del mundo,
mientras recorres mi lecho,
mojando mi entraña,
con tu mirada de ensueño.
El viento, como briznas de trigo,
alimentando los sueños.
de mariposas aladas que conquistan el tiempo,
cuando tu mano delicada atrapa el rocío,
convirtiéndome en roble, en ilusión y en invierno,
para entregarte mi anhelo.
Sobre la hierba.
Y al viento.
- Autor: Jose Barrientos (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de octubre de 2022 a las 09:23
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Lucía Gómez
Comentarios1
El viento, me trae el roció,
que enciende el fuego
de tus labios húmedos, alrededor de mi cuerpo,
donde me embriago del mundo,
mientras recorres mi lecho,
mojando mi entraña,
con tu mirada de ensueño.
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Esa mirada de ensueño te ha inspirado hermosos de bellos versos chulos de bonitos
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