¡Hola canijo!,
dijiste en un susurro
y sonreí.
Me hacía gracia
oír desde tus labios
este saludo.
Pero sentía
que el alma se llenaba
de gran ternura.
Éramos niños
que estaban despertando
su poesía.
La vida entera
entraba en sus sentidos
con brisa fresca.
¡Hola canija!,
también te contestaba,
¿qué es de tu vida?
Y tu silencio
se unía a mi silencio,
tras el saludo.
Nada pensaban
los locos corazones
de algún futuro.
Solo vivían
el día y el presente
que les tocaba.
Eran sus risas,
trabajos y sus juegos
todo un conjunto.
¡Bella amistad,
cariño entre dos almas,
sin darse cuenta!
Así nacieron,
canija, nuestros sueños
irrealizables.
Hoy ya no importa,
aunque pasan los años,
siguen los sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/10/22
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 6 de octubre de 2022 a las 06:24
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: José López Moreno., •SuohKi.
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