Las estrellas y los seres humanos.
Reflexión metafórica.
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Alrededor de 22.200 estrellas nacen y mueren cada segundo en el universo (1). Se calcula que unos 700.000 millones de estrellas nacen y mueren cada año en ese universo conocido, o en ese universo que hipotéticamente cree conocer el ser humano.
Cuando una estrella nace su luz nos ilumina durante millones de años, y, aunque no notemos su llegada o su partida - ya que su vida dura cientos de millones de veces la de un ser humano - su luz está allí en el cielo, siempre perenne, para así alegrar nuestras noches y sentirnos enamorados de aquello que llamamos cielo.
Cuando una estrella muere - se acaba el gas que junto con el polvo y ambos comprimidos millones de veces en un minúsculo punto, dieron a la estrella vida - una gran conmoción sacude el universo, y aunque no seamos concientes de ello, así ocurre. Aquella conmoción del cosmos sólo es revertida por otro mágico evento, el nacimiento de una nueva estrella, que quizá, a millones de años luz de la estrella que ha muerto, desde ese momento ilumina el azul de nuestro cielo.
El Arquitecto Supremo del Universo. El Creador. El Señor y Dador de Vida, aquel Ser que no sabemos bien si es materia o energía, o es una forma de vida desconocida y regida por sus propias leyes; es quien nos da la vida y quien está allí vigilando, sigilosamente, cada movimiento de un universo que se expande continuamente, de un universo que algún día se volverá a contraer hasta llegar al estado preliminar del Big Bang, para luego otra vez estallar y el ciclo de la vida recomenzar.
En ese universo cósmico, dónde en proporción terrenal seríamos cientos de veces más pequeños que un electrón, en dónde estaríamos sujetos a las leyes de su propia creación, en donde cada ser humano camina a diario buscando su luz, allí donde a veces caminamos en el sentido correcto y otras veces en sentido contrario - incluso a veces luchando consigo mismo, en una lucha fratricida con la única finalidad de encontrar el lugar que cree, y le asignó desde siempre El Arquitecto Supremo del Universo -... en ese universo nos encontramos hoy.
Así como a cada segundo, nacen y mueren miles de estrellas en todos los confines del universo, también nacen y mueren minuto a minuto en nuestro interior, pensamientos que vinculados a nosotros en forma de sueños, se entremezclan con los deseos, con las ilusiones, con las fantasías, con los amores y los desamores; con los problemas del trabajo, los problemas con los hijos, las tareas del cada día y con las rutinas de casa. Entremezclándose unas con otras con cuestiones tan básicas de nuestras vidas como el ¿Qué comeré hoy?... Ellos - los pensamientos - están así siempre presentes en nuestro día a día.
Se calcula que una persona puede llegar a tener hasta 60.000 pensamientos o ideas durante un día, eso nos da casi un pensamiento o idea por segundo. Un estudio más preciso del Dr. Jordan Poppenk, Presidente de Investigación en Neurociencia Cognitiva de Canadá, afirma que según estudios sustentados con imágenes de RM cerebral, un ser humano puede desarrollar 15 de esos pensamientos de forma completa, es decir que son pensamientos que nacen, se desarrollan, se suelen cuestionar, se les buscan soluciones y luego se mueren... ¡15 pensamientos completos en solo un minuto!... ¡Es una barbaridad! Todo esto nos arroja, que tenemos o podemos tener 'una historia desarrollada en nuestra mente en tan solo 4 segundos'.
No somos tan distintos de las estrellas que brillan allá en lo más alto del cielo. Como las estrellas nos rodean cifras astronómicas: tenemos billones (10 e12) de conexiones neuronales (2), decenas de millones de procesos metabólicos, cientos de miles de millones de células en constante nacimiento y muerte en un dia (3), y un sinfín de maravillas que cuantificadas en cifras son dificiles de entender, pero que rodean a la máquina más perfecta de la creación "el ser humano".
Así pues, entendiendo que nacemos y morimos a miles por hora, podemos sin temor a fantasear, equipararnos con las estrellas del universo. Así como ellas emitimos calor y luz, también como las estrellas nos esforzamos en crecer desde el instante mismo de nuestro nacimiento: intentando ser los más grandes, los más fuertes y absorbiendo o intentando absorber todo el conocimiento - llamémosle energía - que nos rodea. Incluso llegamos a pensar y a sentir que somos el centro de "ese nuestro universo".
Como les sucede con las estrellas, existen seres humanos pequeños (estrellas enanas) que caminan a veces pedidos por el mundo, sin ser referentes ni para si mismos ni para otras gentes, y también existen seres que se hacen o se sienten muy grandes (supernovas), que llegan incluso algunos de ellos a desarrollan tal narcisismo y egolatría, que pretenden con su luz eclipsar al resto de personas. Luego estamos el resto de personas que somos la mayoría, seres normales con vidas normales, ni muy grandes ni muy pequeños, y haciendo un simil cósmico, somos en el universo estrellas de tamaño medio, donde nuestro Sol es el más claro ejemplo de ello.
La única diferencia que quiero aquí resaltar, ha sabiendas que éste es un simil sólo metafórico entre las estrellas y los seres humanos, estriba en que una estrella muere, cuando se acaba toda la energía interna que alimenta su continua combustión, lo quiera o no, ya que la estrella responde únicamente a ordenes o leyes físicas, y no está sujeta a ningún estimulo externo que no esté previamente definido, este hecho no ocurre o suele no ocurrir con el ser humano.
Es pues la aceptación del concepto, de que 'todo está definido o que todo está escrito en el ciclo de vida', lo que diferencia, otra vez la salvedad, del hombre y las estrellas. Nosotros cuestionamos, discutimos y a veces negamos, hasta a las propias leyes de nuestra creacion, tenemos capacidad y vanidad para hacer ello, siendo este un claro ejemplo de la cuestión primera, de la diferencia básica, de la auténtica cualidad diáspora entre el hombre y las estrellas... la de la rebelión a toda norma, incluida la propia creación.
El Arquitecto Supremo del Universo, el Creador o simplemente el Amor; no sólo nos dotaron de leyes físicas, sino que también expresado como amor, nos dotaron de inteligencia. Es la inteligencia la cualidad que nos hace diferentes, que nos hace seres racionales y sobre todo... seres especiales. Es justamente el amor lo que nos capacita a usar esa inteligencia para, desde la libertad, poder elegir que queremos ser y a su vez, desde esa misma libertad: por quién queremos ser elegidos.
A veces creo que todo el universo y su magia, sus leyes, sus secretos y hasta lo más rencondito de sus entrañas, se reduce 'al gobierno del amor', y al poder que ese amor ejerce en todo el cosmos. Bien encauzado el amor es un arma poderosa capaz de transformar o mejorar a la mismísima creación (con perdón de la intervención del Arquitecto Supremo del Universo).
Pero como no somos estrellas, como somos seres hechos de amor, y como podemos rechazar las leyes físicas que nos gobiernan; nos ponemos equivocar y al equivocarnos nos separanos del camino de nuestra evolución, debiendo asumir el coste que tiene utilizar nuestro libre alberdrio.
Tan cierto me sabe decir lo que escribo, que a mi mente viene la figura de algunos seres humanos que se consumieron cuando aún no ha llegado su hora, que fueron y algunos hoy lo son muertos vivientes, que deambulan por las calles, para los cuales su vida no tiene ni rumbo ni sentido. Seres que por estar perdidos a veces pierden a otros congéneres en su camino. Estas son personas que no entienden que si no les llega su hora, su obligación es vivir, su obligación es existir y hacerlo de la mejor manera posible.
Es lógico pensar que en algún momento de nuestras vidas, que en alguno o algunos de esos 86.400 segundos que tiene el día, nos sintamos consumidos, y hasta creamos que hemos muerto... pero también es cierto que se nos dotó de la capacidad de regeneración, de ese instinto de supervivencia que hace de resorte en nuestras vidas, impulsandonos una, otra y otra vez a que miremos al frente y continuemos en la lucha.
Me reconforta conocer a personas, que como las estrellas en tiempos de los grandes descubrimientos, iluminan la noche (la vida) e indican el camino que otros deben seguir. Esos seres existen y yo les llamo "luces blancas" que iluminan a los hombres.
Tal como les sucedía a los primeros navegantes marinos, que esperaban durante la noche divisar la estrella Polar (Polaris en Latin), navegantes que sabían que seguirla era ir siempre hacia el norte, exiaten, han existido y existirán siempre estas 'luces blancas', estos seres casi mágicos que nos acercan a encontrar la felicidad, que debe ser el norte que todo ser humano debe buscar.
Pero también existen las antípodas a la estrella Polar. Aquí no me refiero a una estrella que nos indique siempre el camino hacia el sur, sino que me refiero a esas estrellas que solo buscan la destrucción de otras estrellas, como si de unos enormes 'agujeros negros' se tratase, quienes actuan como esos gigantes astros cósmicos llenos de una fuerza gravitatoria descomunal, atrayendo y terminan destruyendo a todo aquello que se acerca a ellos.
De la misma forma existen personas homólogas, seres humanos que, como agujeros negros, se complacen (concientes o no) destruyendo todo aquello bueno que existe a su alrededor. Sean conscientes o no de su maldad, en esas personas el deseo de dañar a otro ser humano es algo incomprensible pero innato a su ADN. Todo lo descrito no les exime de la culpa que sus actos malvados conllevan.
Se ha llegado a decir de los agujeros negros, que son mecanismos creados por el propio cosmos - entiéndase Arquitecto Supremo del Universo, Señor y Dador de Vida, Dios, Ala o como le queramos llamar, para ayudar así a mantener el equilibrio del propio universo. En el universo nada se crea ni se destruye sin que forme parte del guión diseñado por el Arquitecto Supremo del Universo... pero el caso del ser humano es distinto, me refiero al de aquellos 'ángeles negros' (agujeros negros) que buscan hacer el mal por el simple hecho de hacer el mal, aquí no existe como con el caso del universo, un deseo de equilibrar lo ya existente, y nada les justifica el dolor que ellos causan a otros seres humanos.
En el universo no existe la maldad, en el ser humano sí.
Es triste para mí escribir esta reflexión, que equivocada o no, nace desde la reflexión y la calma 'a posteriori', de un corazón que ha sido atacado por un 'ángel negro', de un corazón dolido que a tenido, otra vez, cual Ave Fénix, renacer de entre sus cenizas.
Somos seres humanos que sentimos no solo dolor físico sino también dolor espiritual y psicológico. Si dejáramos que nuestro cuerpo fuera sólo materia, que se guiará únicamente por las leyes de la naturaleza, nada de esto ocurriría, pero habríamos dejado de ser humanos para convertirnos en astros, en animales o en plantas... lo que nos diferencia de las estrellas, los pájaros y las flores es nuestra capacidad de sentir emociones, de ese espíritu con que se nos premió (a veces pienso ¿para qué?) al momento de la creación.
Busquemos rodearnos de 'luces blancas', evitemos coincidir con los 'ángeles negros', pero bien sea que nos rodeamos de 'luces blancas' o chocamos con 'ángeles negros', no nos olvidemos que estamos aquí como parte de la creación, que somos seres importantes, que la paz y la felicidad anidan en nuestro interior... busquemos por sobre todas las cosas de este mundo ser felices, ya que hemos sido colocados en el tablero de la vida para lograr la felicidad... y eso es lo que debemos buscar.
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Un beso y una flor
Alfredo Daniel Lopez
Octubre de 2022, Barcelona-España
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Algunos datos para corroborar desde la perspectiva científica, las grandes magnitudes que existen en el universo cósmico, y en el cosmos humano.
(1) En La Via Lactea nuestra Galaxia, nacen y mueren 7 estrellas cada año, se trata pues de una Galaxia ya envejecida. Si consideramos que existen 100.000.000.000 de Galaxias en todo el universo (cálculo estimativo en base a programas matemáticos), se cree que en este universo en proceso de continua expansión, nacen cada año (y mueren a su vez cada año) unas 700.000.000.000 estrellas.
(2) Un milímetro cúbico (mm3) de corteza cerebral del ser humano contiene unas 27.000 neuronas y 1.000 millones de conexiones neuronales. El cerebro humano tiene un volumen de 1.300 centímetros cúbicos (cm3), claro que solo una pequeña porción de la masa cerebral es la denominada corteza cerebral. Recordemos que un centímetro cúbico equivale a 1.000 milímetros cúbicos.
(3) Una nueva investigación de los biólogos Ron Sender y Ron Milo, del Instituto de Ciencias Weizmann de Israel, ha revelado que nuestro organismo es capaz de producir 3,8 millones de células por segundo, lo que al día supone una cantidad de aproximadamente 330.000 millones de células, casi la mitad de las estrellas que nacen y mueren en un año en todo el universo.
- Autor: Alfredo Daniel Lopez ( Offline)
- Publicado: 14 de octubre de 2022 a las 18:08
- Comentario del autor sobre el poema: Esta es una reflexión que sigue la estela de mi anterior poema titulado 'Dolido'. Que tengan un buen fin de semana.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Freddy Kalvo
Comentarios2
pero poeta que culpa las estrellas por los seres humanos ...hay nonono! pobres de ellas tan inspiradoras , gran lectura entre tu reflexión , gracias por compartir
Cuando una estrella muere - se acaba el gas que junto con el polvo y ambos comprimidos millones de veces en un minúsculo punto dieron a la estrella vida - una gran conmoción sacude el universo, y aunque no seamos concientes de ello, así ocurre. Aquella conmoción del cosmos sólo es revertida por otro mágico evento, el nacimiento de una nueva estrella, que quizá, a millones de años luz de la estrella que ha muerto, desde ese momento ilumina el azul de nuestro cielo.
besos besos
MISHA
lg
No había tenido la oportunidad de leer tus letras mi estimado Alfredo; pero me he quedado maravillado por el paralelismo, el parangón, el símil que has hecho entre el universo y sus componentes, con la misma especie humana. Increíble tu descripción con cierto toque profético de un poeta que a su vez es profeta.
Gracias por las citas que adjuntas para darle validez a tus enunciados teóricos y científicos.
Te envío mi fraterno abrazo con sinceras felicitaciones.
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