Déjame

Vasca

Dejame ser ahora,
ese rosario
que envuelve tu cuello
y no asfixia.
Dejame ser la sombra de tu sombra,
la caricia esperanzada.
El temblor del pulso agitado,
la mirada ruborizada,
el tren próximo a llegar,
la letanía de esperas desencadenadas.
Dejame ser tu próxima estación,
y la siguiente, la otra
más allá del más allá,
y la que nunca vendrá,
porque no tiene andenes ni barreras.
Dejame ser tu espera y tu encuentro,
tu desdicha y tu calma,
tu hastío y tu sosiego.
Dejame ser,
o dejame…
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