Es difícil ser,
pasados cinco minutos,
la misma persona.
—lo mismo cansa, aunque descansa.
Me cansa verme,
cada día al levantarme,
la misma cara del mismo rostro,
las mismas legañas
vencidas por la misma gravedad,
el mismo sueño cuando el sol
sigue durmiendo.
El mismo champú de huevo,
la misma tortilla con distinto huevo,
eso sí —todavía no me ha dado
por reciclar la cáscara y hacer abalorios.
Me cansa verme, ¡tanto!
Me cansa mirarme al espejo
y ver la misma arruga pronunciándose
sobre la comisura izquierda
por debajo de la narina correspondiente.
Estoy pendiente de hacer reformas.
Quiero emprender una cruzada
contra mí mismo pero no sé
qué ciudad sitiar primero, si la de la razón
o la del intelecto, si la del corazón
o la que puebla los tequieros
que de mi boca han salido, y que al cielo
fueron como globosondas de helio,
sin retorno, como desilusión de niño
que mira arriba, emitiendo de sus ojos
una voluntad que moverá montañas
pero no disuadirá al aire para que viento
devenga y lo traiga de nuevo a su mano,
que yerta y desierta espera.
Sigo cansado de mí mismo —aunque cierto
es que la escritura es terapia y por lo eterno
que es un segundo te sume en un olvido
edificante y silenciador—, pero doy gracias
por seguir viendo este kitsch repetitivo
de mi semblante y pensamiento.
Eterno retorno — a este ouroboros
que es mi vida le opongo un Amor Fati
como edulcorante, o mejor dicho,
como excipiente de una panacea
que no viene, de un maná negado.
Ya parece que estoy repuesto.
Voy a vestirme, a lavarme los dientes
en el mismo espejo y con el mismo
cepillo —pero ya me miro
con otros ojos.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de octubre de 2022 a las 11:12
- Comentario del autor sobre el poema: La rutina de uno mismo es un regalo y una condena al mismo tiempo.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
- Usuarios favoritos de este poema: Lucía Gómez, Alexandra L
Comentarios3
Un gusto leer tu excelente introspección, Alberto. "Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, ..."
"Sigo cansado de mí mismo —aunque cierto
es que la escritura es terapia y por lo eterno
que es un segundo te sume en un olvido
edificante y silenciador—
No hago otra cosa que introspeccionar, hasta el cansancio. Me alegro de ti Lucía.
No intento hacerte terapia, pero sí compartir contigo un poco de mi experiencia con el hastío de calificarme a mi misma. Pienso que a todos, en algún momento, nos da esa pataleta.Me ha pasado, y me torno más despreocupada con lo que pienso de mí, y me centro en ese momento en hacer NADA. Ese tiempo íntimo de ni siquiera planificar qué comer o qué ver o con quién hablar es necesario. Un Yo con Yo y, a ver cuánto tiempo me quedo en esa nada, en la que me vuelvo todo. En el fondo sabes que vales mucho y, sin embargo, puedes desnudarte ante ti, sin que te importe el qué dirán tuyo, el propio.Despojarse del todo, es un espacio que puede terminar en risa y es bueno que sea así."Pa´lante, qué Pa´Tras espantan.
Un abrazo..
Otro para ti. Nada que añadir a tu comentario Raiza. Gracias por estar cerca de aquí.
Yo le agrego por ti, es un placer leerte.Saludos.
Será que te está sobrando el tiempo amigo? A mí me pasa lo contrario, no encuentro un momento para compartir conmigo misma.
Lo de las reformas es parecido... necesito menos de algunas cosas como kilos y arrugas, más de otras como pelo y elasticidad jajaja
Igual la escritura me ayuda a reencontrarme entre la vorágine de mis días ( cómo maestra interactuo con demasiada gente y tengo que comprender muchas realidades diferentes).
Tal vez debes dejar de pensar tanto...una copa de vino, una melodía que te agrade o una serie de Netflix 🤷
Escribir es pensar. Tener tiempo es un regalo de Dios, bendito problema. El poema no es autobiográfico, al menos conscientemente. Este cansancio es consustancial a nosotros mísmos, creo. Nos vemos todos los días, tenemos que convivir con nosotros mismos antes que con cualquier otro, y por tanto mi escrito no es de queja; es de que las cosas son así y hay que aceptarlas. ¿A quién le gusta la rutina? Pero sin la rutina estamos perdidos porque no sabemos a qué atenernos —el cerebro, al fin y al cabo, es una máquina más que disfruta repitiendo y repitiendo da su mejor versión. Cometemos el error en general de tomarnos en serio la ficción. El tiempo nunca sobra, Tere. Cuando alguien piensa eso es que tiene que aprender a disfrutarlo y aprovecharlo, porque no hay nada más preciado. Como decía Heidegger somos ser y tiempo. Un abrazo Tere y gracias por dedicar parte de tu escaso tiempo en comentarme.
Es una de las habilidades del escritor hacer sentir real lo que cuenta y provocar la identificación.
El tiempo es escaso pero uno va eligiendo en qué emplearlo.
Abrazo 🥰
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