Camino al cielo (short story)

Hace muchos años que vengo transitando las calles de la vida, me he tropezado infinitas veces y muchas de esas veces se me ha hecho imposible levantarme. Hoy hay miles de cicatrices que decoran mi cuerpo, pero prefiero taparlas con arte. Arte que recorre un cuerpo tan tímido como sagrado, pero también “sin miedos”.

No tengo miedo a la vida es el motto de mis mañanas, pero la pesadilla de mis noches de insomnio. Me da miedo no poder ser amado por ella, ella que me espera a la distancia o esperaba. Ya van muchas lunas donde solo le regalo tristeza en vez de alegrías, no te puedo tener, aunque hoy lo tenga todo, eso todavía te cuesta entenderlo.

Soy dueño de una vida sin frenos, pero prisionero en una cárcel donde mi corazón es el cautivo. Como le explico a la dueña de mi corazón, que ni yo tengo la llave de su libertad. Corro desesperadamente detrás de la poseedora de mis sonrisas, pero ella todavía no ha sido capaz de saciarme la sed. Todos los kilómetros recorridos son en vano, cuando nadie es capaz de verificar el kilometraje.

Nos deseamos en la distancia, mientras nuestros cuerpos se dejan llevar por lo imaginación de lo que puede y debería ser, pero ya nuestras manos se cansaron de jugar con los fantasmas de nuestros deseos. Estamos hambrientos de placer y sedientos de satisfacción.

El sueño ya se hace recurrente te desvisto poco a poco, mientras mi boca se pierde en la infinidad de tu cuerpo. Te toco, mientras con dulzura me conoces por primera vez, me ensenas a manejar por las calles de tu desnudez. Me enloquece el perfume de tu piel, pero al despertar recuerdo que todavía no lo conozco.

Vivo en un infierno, donde los demonios de mi vida me alejan de la tuya, donde ya las verdades son solo palabras sin sentido y donde el tiempo me castiga para recordarme que por primera vez no tengo el control. Volver al camino del cielo es recuperar la libertad de mi corazón y poder compartir el camino con la persona con la que quiero estar…