Estoy aprendiendo a perder. Si bien lo tuve varias veces en mi vida, creo que es la primera que debo aprender de gajo. No me hace menos ni mas el asumirlo, como me tira abajo ni es cuesta arriba, ya que saber bien que uno está afuera hace difícil pagar el saldo del eroscidio. No hace al hombre el galardonar sus victorias, sino reponerse de las derrotas.
El juego de vencerse a si mismo es una competencia donde no hay ganador; me gustaría abstraerme, pero demasiado Ortega y Gasset para no comprender que es imposible evadir mi circunstancia, sino que ella me hace a mi como yo a ella. Entenderme de esta manera me consuela: que todo, que es nada, lo di, y hoy queda en la pagina de historia de alguien que alguna vez fue.
Dueño de ayeres, de odios nocturnos y olvidos matinales. Quien sabe de ser alguna vez desastre puede entender, quien no intenta dos no puede llegar a 3 y que a las 4 de la mañana viene la peor hora puesto que se acerca la soledad del amanecer y la cama solicita calor de dos a la vez.
Debo tomarme un micro al olvido, me entusiasma y me espanta un poco, ansiedad se llama eso que tanto arrastro. También aprendo a lidiarlo, a veces me lo llevo a la cama, otras lo dejo en la almohada y unas que otras me aplastan. Un juego de suma cero se trata esta fracción de vida, su trama es digna de Lovecraft o de Oscar Wilde, espero que el final sea propicio de una canción desesperada de Neruda o de un lamento de Lorca. Adiós, me llegó la hora.
- Autor: Âme esclave (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de octubre de 2022 a las 00:45
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 25
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