El universo de los posibles imposibles

Mariano Torrent

Libro: Detrás del infinito está la vida 
 
En el universo de los posibles imposibles hay una tabla 
periódica con cicatrices paulatinas, toscos principiantes 
a la hora de acomodar la seriedad en rústicas 
estanterías multiplicando la coreografía de etcéteras.
 
Mochileros quemados por el sol que buscan respuestas 
concretas en una larga secuencia de engorrosas 
inconsistencias, y predominio claro de descuidos 
impresos en una tipografía demasiado pequeña.
 
Hay ritmo de salsa y autodisciplina en el universo
de los posibles imposibles, hay ciudadanos bajo los 
efectos de una novocaína generalizada y de vieja data, 
que cuentan las alas de una estrofa sin persianas.
 
Hay banderas a media rasta y ciertos días que parecen
un error de impresión, hay un fiscal impugnando
votos en la urna del tiempo; hay un olvido
imponiendo fronteras, tiempos, adagios y desinencias.
 
Hay un camión que transporta gaseosas estacionado en 
doble fila orinado por perros que no fueron vacunados 
contra la rabia de sus dueños, hay un cartel apenas 
iluminado bostezando en medio del paisaje urbano.
 
Hay sombreros amotinados y un abrazo cabizbajo en la 
trastienda de los planes incómodos, hay faltos de 
propósitos que se limitan a gozar de su íntimo 
abatimiento, miradas ceremoniosamente alicaídas.
 
Hay epifanías de la mala educación perfectamente 
anudadas descendiendo de sus autos importados, con 
sus trajes impecables, mascando chicle y con
un libro de Ramiro Pinilla bajo el brazo.
 
Hay estadistas despojándose de hogueras y estribillos, 
hay pronóstico de lluvia de amapolas en el valle de
los caídos, un invierno que trae a cuestas secretos que 
se derraman en forma de quejumbre en la oscuridad.
 
Hay un anhelo de pretensiones faraónicas levantando 
de cara al sol su pirámide de groserías deshidratadas, 
fragmentos contiguos de lineamientos teóricos, hay un 
susurro distraído en una copa de plateadas antipatías.
 
Hay una librería de ejemplares borrachos que dormitan 
en otros idiomas, hay estirpes de babuinos a bordo
de balandras sin mapa de navegación, hay cascarrabias 
con navaja por sonrisa y vergüenza con goteras.
 
Hay un neurocirujano insultando un parabrisas, hay un 
sarcasmo de piernas quebradas dibujado en la pizarra 
de la noche, hay un oscuro subsuelo donde nunca
pudo llegar el eco de las palabras mágicas.
 
Hay un viento que arrima propuestas deshonestas con 
jerárquica violencia, una sombra que se marchita, 
depredadores de lo irrompible, hay un copiloto del 
disparate legando al futuro puñetazos sin nombre.
 
Hay peinadores de mejillas y monosílabos, jinetes de
lo consumado, académicos de la arruga desordenada, 
transparentes ventanas de osadía, hay un dedo
que señala a los demás exorcizando culpas propias.
 
En el universo de los posibles imposibles
vienen tan batidas las noticias que la borra
del café es una fuente más creíble,
hay mesas servidas… Servidas de intereses impagables.
 
Hay un domingo de madrugada bromista y enajenado, 
hay una torre de ajedrez que se cree alfil, un sol que 
duda o espía, hay un péndulo para los afectos que 
muchas veces es caricia y otras tantas bofetada.
 
Hay metonimia y esnobismo, hay individualidades 
aisladas plenamente satisfechas de su destierro 
voluntario conformándose con tener relucientes las 
escaleras que tan solo la rutina ha de pisar.
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Comentarios +

Comentarios1

  • Golpe de mar

    Me ha encantado.



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