La vieja foto

Joseponce1978

Cuando llevo a mi hija a catequesis suelo encontrarme con dos primas mías, quienes llevan también allí a sus hijos. Esta semana, la menor de ellas, de mi misma edad, me comentó que tenía en el teléfono una fotografía de cuando éramos niños, tomada en el colegio del pueblo, en la cual aparecemos todos los alumnos de una misma clase. Algún vecino del pueblo la conservaría en papel, la fotografió con un móvil y se la envió. Como solo tengo una fotografía mía de niño, porque mis padres, al parecer, ya se imaginaron de qué pie cojeaba cuando me veían soplarle a los árboles en otoño, se afanaron en borrar cualquier vestigio pragmático de mi pasado para evitarme así males mayores. Sorprendido, le dije que me la pasara por whatsapp y me la envió.

La imagen debió ser tomada en otoño o en primavera, porque a pesar de ir vestidos con chandals y jerseys, ninguno llevaba puesta la chaqueta. Capta un plano general de 28 niños, todos mirando a la cámara menos 2 o 3, entre ellos yo, que, para variar, tengo la mirada desviada del objetivo, buscando qúe se yo en alguna dimensión perdida. Posamos en 3 filas (los primeros en cuclillas, detrás de ellos otra fila puestos de pie y los más atrasados también de pie subidos a un escalón de la puerta de entrada al colegio), con edades comprendidas entre los 8 y los 10 años, porque como en el pueblo no había muchos niños, el colegio estaba distribuido en 3 aulas, y en cada una de ellas nos juntaban a 3 cursos sucesivos para dar clase. Siempre me he preguntado como podrían arreglárselas los profesores para impartir el temario a niños de tercero sin que los de quinto perdieran el tiempo, y al mismo tiempo atender a los de quinto sin que a los de tercero les sonara a chino la lección. Y aprender se aprendía, porque aunque no sea mi caso, existía un alto porcentaje de éxito entre aquellos niños al dar el salto a estudios superiores. Sin restar ningún mérito a los profesores, cuya labor debió ser encomiable, Influiría también que por aquel entonces en las casas no había ni televisión, y en pleno invierno, cuando a las 6 y media ya era de noche y en la calle solo podías encontrar un catarro, los críos dedicarían su tiempo a estudiar.

A algunos los veo a menudo y apenas les han cambiado los rasgos del rostro en estos 36 años. A otros, en cambio, no consigo reconocerlos, bien porque llevo tiempo sin verlos, o bien porque han cambiado mucho y no consigo asociar su aspecto actual con su imagen de entonces.

Para cualquiera que la vea, salta a la vista que pertenece al ámbito rural. Cuatro de nosotros aparecemos con las cabezas vendadas por haber estado jugando a apedrearnos o a despeñarnos por el barranco del tío Isidoro. Otros tantos llevamos los pantalones quemados de meternos en las calderas donde se destilaban esencias de tomillo y romero. A alguno se nos puede ver con la cara escayolada o evidentes gestos de dolor a haber sido víctimas recientes de la broma de algún compañero, pues, como decía Gila, en los pueblos las bromas no son pesadas, sino de gran tonelaje, y no bastaba con quitarle la silla al compañero de pupitre cuando se iba a sentar, sino que además era preciso ponerle un higo chumbo en el suelo para que se quedara sentado encima. Cuando el profesor nos mandaba sacudir el borrador de la pizarra en las paredes exteriores, no contentos con estampárselo a un compañero en la cara, dejándolo sumido en una espesa nube de tiza, además había que echarle un vaso de agua para enyesarle el rostro. Allí, quien conseguía salir adelante, quedaba licenciado en dureza para los restos, y sobrevivimos todos; a los juegos, a las bromas, y a aprender a leer con el libro de las aventuras de Borja y el oso Pancete.

He pensado en adjuntarla en la cabecera del escrito, pero por privacidad no lo he hecho. Puedo entender que a alguno de ellos no le resulte conveniente que la haga pública y aunque yo supiera que no se van a enterar de que la he publicado aquí, por una cuestión ética necesitaría el consentimiento de los 27.

  • Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de octubre de 2022 a las 22:31
  • Comentario del autor sobre el poema: Le tenía que haber dicho a mi prima María del Mar que se esperase a la primavera para enviarme la foto porque estas cosas en otoño me desarbolan, pero cuando me lo dijo me moría de ganas por verla. Gracias, prima.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 26
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