Para aprender bien el idioma
que los señores de Salboro cortejan
es indispensable amar el pan
y dejar que el corazón hable
por los surcos de la piel
por la carne hundida de las manos.
Perfuman la reunión
con las últimas risas de la tarde
y es de recibo
respetar la dicción de sus rasgos
su fino quiebro de poetas
el incansable todavía que los une.
Los señores de Salboro
saborean la gloria
que el campo celebra
y en homenaje a sus zapatos
reviven con orgullo
los años de sudor y rebeldía
y el contorno del humo de tabaco
perfila las cosechas
que el corazón vendimia.
Los señores de Salboro
no temen cuando miran .
Festejan la vida.
La enriquecen.
En las botellas de vino
conservan sus viejas historias
y sin que importen las certezas
acortan el camino de vuelta
(la franca dignidad del alma
sólo sabe de pozos y de estrellas)
Los señores de Salboro
se despiden del café a las siete
desaceleran el paso
detienen la conciencia en la distancia
devuelven la mirada al infinito
incurren en la espesura
de lo incierto
y saben que los amigos
y el olor de la compañía
alrededor de una mesa
son la más santa recompensa
a la fatiga humana.
- Autor: Belina Fernández ( Offline)
- Publicado: 31 de octubre de 2022 a las 08:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Classman
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